La mayor parte de los fumadores pertenece a países pobres
Por Alejandra Linares-Rivas2 min
Sociedad31-05-2004
El mundo actual constituye una constante contradicción. Mientras en occidente los gobiernos se exprimen para luchar contra el tabaquismo, en los países en desarrollo aumenta progresivamente la producción y el consumo de cigarrillos y, lejos de contribuir a la economía de estas naciones, incrementa la pobreza.
Una vez más podría parecer un contrasentido, pero es completamente lógico. Aunque se impulsa la industria tabacalera, los consumidores potenciales son los propios habitantes de los países fabricantes, puesto que en el resto del planeta cada vez se fuma menos. Por tanto, el dinero que estas personas gastan en tabaco, dejan de emplearlo en algunas necesidades básicas, como alimentación, educación o sanidad. Estos datos los publicó la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en enero de este año. Pero no es el único estudio que se ha hecho al respecto. La Organización Mundial de la Salud (OMS), con motivo del Día Mundial sin Tabaco celebrado el 31 de mayo, dio a conocer nuevos datos. Bajo el lema Tabaco y pobreza, un círculo vicioso, ahonda en lo afirmado por la FAO y añade que el diez por ciento del gasto familiar en países pobres se destina a cigarrillos. Efectivamente, la secuela de los mismos no es únicamente pulmonar, sino que también se deja ver en los recursos económicos y con ellos, en el índice de alfabetización, la muerte prematura y el creciente gasto médico. Estos últimos propiciados por enfermedades derivadas del fumar. Porque la adicción a la nicotina supone, además, una reducción del rendimiento personal, que se debe a una mayor facilidad para indisponerse. PERJUICIOS Los perjuicios para la salud no dependen sólo de que se encienda un cigarrillo: el cultivo y secado del tabaco también inflige un grave deterioro físico. Y en los países productores es muy frecuente el reclutamiento de niños para que trabajen en los campos de cultivo de esta planta. En Bangladesh, por ejemplo, el 13 por ciento de los niños que trabajaban en una fábrica de tabaco tenía menos de nueve años y un 40 por ciento de los niños de 5 a 15 años no había acudido nunca a la escuela, según un estudio de Unicef. La OMS difundía más cifras. De los 1.300 millones de fumadores que hay en el mundo, el 84 por ciento pertenece a países en vías de desarrollo. Este negocio mata a 4'9 millones de personas cada año, cifra que está en camino de duplicarse en 20 años. En España, 60.000 personas pierden la vida cada año por la misma causa. Los números siguen. Ante tales consecuencias, las estrategias más efectivas para combatir este pernicioso vicio, han resultado ser las desarrolladas por los Estados, como las que próximamente deberán estar en vigor en España. La solución se presenta intrincada, pero ya se trabaja para encontrarla.