DALÍ
El Surrealismo es esta noticia
Por Roberto González García
2 min
Cultura10-05-2004
El Año Dalí llega a su fecha clave. Ya se han cumplido cien años, el pasado día 11 de mayo, desde que su madre le trajera desnudo al mundo, tal y como nacemos todos, ensangrentados y sin diferenciar la vigilia del sueño. Pero pronto se diferenciaría de todos los demás para convertirse en uno de los artistas más grandes de su tiempo, y del tiempo que vendría después que él. Era Salvador.
Su plena entrega al Arte le convirtió en ese faro plástico y visual, aunque el convencimiento sobre su propio genio le hizo acariciar tendencias economicistas (de esto sabía mucho Gala) que propugnan el crear por el dinero, no el Arte por el Arte. Pero, aún así, las sombras de su tiempo, los relojes derretidos, siguen señalandone como el principal renovador de la iconografía del siglo XX. La vida de artista ampurdanés parece que no es comprendida por terceros, en los mismos términos en los que él construía su existencia. Así en el marco del año del centenario de su nacimiento, parecen subrayarse dos grandes vías de acercamiento a su persona. Unos buscan al Dalí hombre, al artista sensible, con ojo poético, idea y capacidad de innovar. Al artista promesa. Otros parten de la imagen, del espectáculo, de los tópicos. Se refugian en la sombra de la fama. El arte como bien cultural comercializable cabe en las dos partes, pero hay una que alivia al espíritu y otra que tiende a corromperlo. El Año Dalí es, según Enric Sabater, una ocasión más para el mercado que para divulgar la figura del artista y generar unos contenidos, con lo que la crítica está clara. Su voz parece autorizada en tanto que pasó doce años al lado de Salvador Dalí como secretario personal. Fue entre 1968 y 1981, momento en el que Dalí se introduce en el mercado norteamericano. "Dalí se tomaba con mucha paciencia la configuración de sus lienzos y para ello escenificaba las composiciones con modelos", explica. "A mi me correspondía fotografiar estos modelos para que el artista pudiera trabajarlos tranquilamente después. Dalí me aconsejaba sobre arte y comentábamos las obras". Sabater describe a Dalí como un señor de una "gran inteligencia, de espíritu trabajador y de una gran generosidad". Pero, ¿por qué era el genio tan genial? Sabater lo tiene claro: "Por timidez". Muy surrealista.