IRAQ
La violencia no impide la celebración de las elecciones
Por Salva Martínez Más2 min
Internacional18-12-2005
Los iraquíes enfermos, los presos y los miembros de las fuerzas de seguridad del país ejercieron su derecho a voto el lunes pasado. Pero ese día, el dispositivo de seguridad no impidió que en Bagdad murieran siete personas y otras 37 resultaran heridas en diversos ataques registrados en la capital iraquí.
Unas 375.000 personas, entre militares estadounidenses, iraquíes y policías del país, aseguraron la celebración de las elecciones legislativas. Un despliegue que implicó al mismo tiempo, el cierre de las fronteras internacionales y de los aeropuertos, la prohibición, tanto de circulación en coche en el país como la de realizar viajes de una provincia a otra durante la jornada de reflexión y la imposición del toque de queda entre las diez de la noche del miércoles pasado y las seis de la mañana del día siguiente. Todas estas medidas restrictivas permitieron al reportero de Le Monde, Michel Bôle-Richard, describir Iraq como un país “aislado del mundo”. Ese aislamiento permitió, en parte, minimizar la violencia para la que se habían preparado los iraquíes y los miembros de las tropas de ocupación. La organización Al Qaeda en Iraq amenazó con “lanzar una ofensiva” el día de las elecciones. Pero que ésta fuera una amenaza vacía de contenido, no significa que el jueves pasado fuera un día sin combate. Si la media de ataques al día alcanza las 80 agresiones armadas cada 24 horas en Iraq, el jueves pasado “sólo” se contabilizaron 52, incluidas las embestidas que diversos grupos armados dirigieron contra 18 colegios electorales. Uno de los mayores grupos insurgentes, el Ejército Islámico en Iraq, explicó en un comunicado publicado en Internet que no se movilizaron el jueves pasado porque no querían atacar a los votantes suníes. Estos electores, como la mayoría, participaron en los comicios porque el clima en que se celebraron estas elecciones fue bien distinto al referéndum sobre la nueva Constitución iraquí. En octubre, “si votabas, morías”, decía el votante suní, Abdul Jabbar Mahdi. Por su parte, los jefes militares y políticos de EE.UU. no se mostraron optimistas sobre Iraq la semana pasada. El general George Casey, comandante de las fuerzas estadounidenses en el país dejaba claro su punto de vista: “no hay que pensar que los insurgentes se han ido del país simplemente porque se han celebrado las elecciones”. El miércoles pasado, el presidente Bush avisaba: “a las elecciones le seguirán días inciertos”. Así es, las últimas horas de la semana pasada estuvieron marcadas por la violencia y la muerte de al menos 14 personas en diversos ataques registrados en Bagdad. También son prueba de la inseguridad que impera en el país, en especial la capital, los viajes sorpresa como el que hizo el último día de la semana pasada el vicepresidente de EE.UU., Dick Cheney. La liberación en las últimas horas de la semana pasada de la arqueóloga alemana Suzanne Osthoff, secuestrada a finales de noviembre, es una buena noticia que no hace pensar en una mejoría de la inseguridad que caracteriza el territorio iraquí.