UNIÓN EUROPEA
Los tiempos difíciles de la ampliación
Por Paula Escalada Medrano2 min
Economía18-12-2005
Desesperación. Probablemente ese era el sentimiento de muchos de los líderes europeos que acudieron a Gran Bretaña en busca del consenso. De hecho, probablemente ha sido esa desesperación la que les ha llevado a firmar un acuerdo “satisfactorio” para unos e “insuficiente” para otros.
El año 2005 ha sido un periodo crítico para la Unión Europea (UE). A comienzos del periodo acababan de haberse unido 10 nuevos países al tótem y hubo que crear un nuevo código que gobernara a los 25: la Constitución Europea. España fue el primer país en ponerla a juicio de los ciudadanos y pasó la prueba. Parecía que todo iba bien, Europa estaba creciendo y se daba un gran paso hacia la tan ansiada (o no) igualdad. Pero Francia y Holanda ahogaron la fiesta a los europeístas y rechazaron la Constitución. Por si esto no fuera poco, en junio de 2005 se celebró en Luxemburgo la cumbre para votar y determinar los presupuestos generales de la UE para el periodo 2007-2013 y fue un verdadero fiasco. Los presupuestos propuestos en Luxemburgo se bloquearon. Comenzaba así una etapa crítica para el desarrollo de la UE, empezaban a ponerse en duda sus principios. El principal problema que surgió era el cómo repartir las ayudas y cuánto pagar cada uno, ya que los 10 nuevos países que llegaron eran en su mayoría pobres y ya se sabe que cuando toca repartir entre más llegan los conflictos. La cumbre británica era, pues, la ocasión necesaria e imprescindible para lograr un acuerdo y evitar una crisis muy seria que pondría en peligro los programas de ayuda y la continuación de la ampliación. Por ello, aunque al principio las posturas de los países parecían muy alejadas del consenso, finalmente se ha logrado firmar un acuerdo unánime, pero que no convence del todo. Precisamente, el presidente del Ejecutivo comunitario, José Manuel Durao Barroso, afirmó que “ese no era el acuerdo que quería la Comisión”. Desde luego, para muchos de los socios de la UE el acuerdo era mejorable pero, según Barroso, el pacto también “es una señal política muy importante para Europa” y con él el continente “ha evitado la parálisis y está en marcha”. Por otro lado, una de las figuras más llamativas de estas negociaciones ha sido la del primer ministro británico, Tony Blair. En sus manos estaba en gran medida que se llegara al acuerdo y en su país se le ha criticado mucho desde la prensa y la oposición por sus concesiones. Para justificarse, el primer ministro explicó que “todos los países ricos de la Unión Europea van a ver modificadas sus aportaciones al presupuesto comunitario como consecuencia del coste de la ampliación” y que "algunos de ellos mucho más que Reino Unido". Éste es el caso de España, por ejemplo, la cual según Blair “tendra que ceder unos 40.000 millones de euros en las nuevas perspectivas financieras”.