COMUNIDAD INTERNACIONAL
La Comunidad Internacional vive momentos de expectación
Por Isaac Á. Calvo2 min
Internacional07-11-2004
Bush ha apostado por relanzar las Relaciones Internacionales y restablecer la unión social y política estadounidense. Todo ello mientras que la delicada salud de Arafat desata preocupación e incertidumbre en Palestina ante la ausencia del líder carismático.
La Comunidad Internacional vive momentos de expectación motivados por los acontecimientos ocurridos la pasada semana y que, sin duda, van a estar de actualidad en los próximos meses. La victoria de George W. Bush en las elecciones presidenciales estadounidenses ha supuesto un jarro de agua fría para gran parte del mundo y en especial para países como Francia, Alemania y la nueva España, que no ha tenido talante y ha despreciado a EE.UU. Estos tres países, principalmente, apostaron fuerte y únicamente por el candidato demócrata, John Kerry, y ahora se topan con otros cuatros años de Bush al frente de la primera potencia mundial. Aunque hubiera ganado Kerry, la Política Exterior de EE.UU. no habría cambiado significativamente, pero sí era probable terminar con el unilateralismo desarrollado por Bush desde hace dos años. El presidente es consciente del poder estadounidense pero lo es también de que debe de abrirse a sus aliados. Por esta razón, horas después de su triunfo hablaba de potenciar la amistad con sus socios y afrontar una nueva etapa en las Relaciones Internacionales con vistas a solucionar los conflictos mundiales. Bush no lo va a tener fácil. Precisamente, uno de esos conflictos, el de Oriente Próximo, vive momentos de gran incertidumbre. El repentino empeoramiento de la salud del presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasir Arafat, ha dejado ver que su sucesión no va a ser tarea sencilla. La política palestina, sin su líder carismático, se ve mucho más acechada por la corrupción, las luchas internas por hacerse con el poder y las presiones de los movimientos armados. Por si fuera poco, la actitud general de Israel ante esta situación y su negativa a que Arafat sea enterrado -como es su deseo- en la Explanada de las Mezquitas añade otro problema y puede ser el detonante de un incremento de la violencia. Además, la falta de información sobre qué le pasa a Arafat ha provocado gran número de especulaciones y rumores que no ayudan en la solución de la crisis. La nueva Administración Bush y sus aliados se enfrentan, por tanto, a un problema que colea pero que presenta nuevas peculiaridades. De sus políticas y actuaciones dependerá que la situación se normalice y se trabaje por la paz o, por el contrario, que estalle el polvorín palestino. Sin embargo, la sucesión de Arafat y la paz en Oriente Próximo no van a ser el único punto de atención de los próximos meses. Estados Unidos, la Unión Europea y la Comunidad Internacional deben también trabajar para acabar con el terrorismo, resolver la situación en Iraq y en Afganistán, así como frenar la carrera nuclear de Corea del Norte, Irán e Israel.