CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR
‘Hispania non perit’
Por Álvaro Abellán2 min
Opinión15-03-2004
El primer pensamiento coherente que me vino el 11-M y que aún conservo con la misma fuerza a pesar del amaine de emociones tiene que ver con aquella sentencia de Agustín de Hipona: “Roma non perit si romani non pereant”. Como Roma, España no muere si los españoles no perecen. Y los españoles, caigan las bombas que caigan y gobierne quien gobierne, no pereceremos. Así lo prueba la mayor proliferación de banderas nacionales que uno recuerda. No bastaron 25 años de democracia, pero sí 200 cadáveres al unísono -entre familias trabajadoras, inmigrantes y estudiantes universitarios- para que nuestra bandera deje de avergonzarnos. Que nadie me malinterprete. Las muertes y los heridos del 11-M no han servido para nada. Decir que sirven para concienciar es tan miserable y falso como decir que sirven para mostrar el error del Gobierno cuando abanderó la guerra en Iraq. Aunque mucho menos miserable que utilizar la jornada de reflexión para manipular la información y los sentimientos recientes de las personas. Desde el terrorismo de Estado de González, no recuerdo nada tan miserable y peligroso como la actuación del politicastro Blanco y de la SER el pasado sábado; miserable por instrumentalizar la muerte, peligroso por atentar descaradamente contra las reglas del juego más delicadas de una democracia, como es el derecho y el deber de la jornada de reflexión. España no muere. Esto vino a decir también Mariano Rajoy en su elegantísimo mensaje en la noche electoral. También lo hizo, a su manera, José Luis Rodríguez Zapatero. Hay quien duda de la legitimidad de las elecciones o, incluso, quien asegura que, en semejante clima, enrarecido por el atentado y corrompido por la miseria humana de algunos políticos y medios de comunicación, las elecciones debieron aplazarse. Pero, ojalá lo hubieran tenido presente durante toda la campaña, lo cierto es que los gobiernos vienen y van y están al servicio de lo que permanece: España y los españoles. No toca ya criticar, sino tratar de consolidar entre todos un resultado electoral y un futuro gobierno de todos que sea fuerte y con autoridad para gobernar y representarnos. España no muere, ha dicho, a su manera, Rodríguez Zapatero. Y ha dicho muchas otras cosas que, tal y como ha llegado al poder, de prestado y con los votos del dolor -tal y como se le ha escapado reconocer en su primera comparecencia-, tendrá que luchar por cumplir. Él y su gente ya han violado su primera promesa: la de no celebrar la victoria electoral. Velemos porque no incumpla más.