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ANÁLISIS DE LA SEMANA

La democracia madura

Fotografía

Por Amalia CasadoTiempo de lectura2 min
España14-03-2004

Los verdaderos motivos que han determinado el resultado final de las elecciones parecen estar lejos de una valoración pausada y racional de la gestión del Gobierno popular. 72 horas después del mayor atentado de la historia de España y de Europa y el ambiente caldeado por la vinculación de la masacre con la entrada de España en la guerra de Iraq, el Gobierno se sugería desde los medios, la sociedad y la oposición como un culpable en la sombra de los atentados. El apoyo a EE.UU le ha pasado una factura inesperada. Pero al margen de todo, es un éxito de la actual clase política su contribución a la progresiva madurez de la democracia y a la normalización de los procedimientos de la que deberían aprender los medios de comunicación. Todo llegará. El Partido Popular abandona el poder con elegancia. Los prejuicios siguen tachándolo de una radicalidad e intolerancia que no hacen justicia a lo que verdaderamente ha sido un ejemplo de buen hacer, al margen de los errores. Poder entregar al nuevo partido de Gobierno un país con “las manos limpias y las cuentas claras” era ciencia ficción hace tan sólo 10 años. Reconocer la derrota obvia no era la forma habitual de asumir el veredicto de las urnas, y es maravilloso que José Luis Rodríguez Zapatero haya empleado la palabra “humildad” en su discurso primero: tiene que combatir la espantosa herencia de un modo de hacer desde la soberbia que caracterizó a sus antepasados en el PSOE. Su adhesión a los principios de la Constitución, explicitada en la comparecencia, proyectan al menos una intención por trabajar en la conquista de la unidad de España, una batalla que también tendrá que librar en su propio partido. Lo cierto es que el Partido Socialista de Zapatero no parece estar a la altura del Partido Popular con el que el PP de Aznar ganó sus primeras elecciones: ni en preparación, ni en equipo, ni en cohesión interna. Las circunstancias históricas –lamentable atentado- han sido un impulso social que le ha llevado a la victoria, quizás antes de tiempo, y quizás desde las pasiones irracionales de quienes culpan al Gobierno de Aznar indirecta –y directamente- de la masacre. Lo que no pudo hacer el propio Partido Socialista es posible que lo haya propiciado un acontecimiento por nadie deseado y el comportamiento de algunos medios de comunicación faltos de sentido del ejemplo que creen que no se pueden hacer mejor las cosas de lo que ellos lo hacen ya. España avanza. Lo ha hecho con el gobierno popular y con un presidente que despide trágicamente su mandato. Zapatero tiene ahora su oportunidad. Pero, por una vez en la historia, los políticos dan ejemplo. El tiempo juzgará. Y si no es el tiempo, será Dios. En cualquier caso, actuar por convicciones sin buscar el reconocimiento sigue siendo un principio básico de conducta que también es aplicable a la política.

Fotografía de Amalia Casado

Amalia Casado

Licenciada en CC. Políticas y Periodismo

Máster en Filosofía y Humanidades

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