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ANÁLISIS DE LA SEMANA

¡Guerra no!

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad16-02-2003

“La ciencia fundamental y primera de un hombre es la de saber vivir con dignidad”, dice una cita de Ángel Ganivet escrita en una biografía que se lee con paciencia en una habitación de un ¿hospital? madrileño. El relato de la experiencia necesitaría toneladas de papel para contar que en la Sanidad española quedan aún ¿hospitales? tercermundistas. Desde los pisos altos del clínico San Carlos, Madrid, España, puede verse La Moncloa, residencia de José María Aznar, presidente del Gobierno español, que pasará a la historia con su España va bien. Y el que no esté de acuerdo que se aguante y que no pegue demasiadas voces para que no tengan que sacar su denuncia en los telediarios. España tiene muchos problemas como para marchar bien y, a pesar de ello, es destino deseado de quienes están peor. Lo quiera o no, España es la puerta entre Europa y África, el continente al que nadie quiere parecerse. La moda que se sigue en el palacio de La Moncloa mientras no hay toallas para los enfermos del San Carlos es la de Estados Unidos, donde todavía dicen que los hispanos son lo peor. Mientras, sigue enfangada la ribera del Ebro, río que da nombre a la Península en la que viven 40 millones de españoles –más otros pocos de portugueses- y en la que parece que sólo unos poquitos quieren despegarse de Europa para acercarse más a Estados Unidos. Podría el Ejército estadounidense volar los Pirineos para que la Península se convierta en isla y se parezca más al otro ejemplar espejo en el que se peina el bigote el señor Aznar, la… Gran Bretaña. Al presidente parece que se le han olvidado los problemas de quienes representa, que pueden pensar lo contrario y pueden aconsejarle. Quizás no quiere escuchar los gritos multitudinarios de ¡guerra no! mientras sueña con ponerse en la solapa tantas estrellas como tiene la bandera estadounidense. Quizás no quiere hacer caso a las reclamaciones que piden lo básico para que un enfermo recupere su salud –buen trato, higiene, seguridad- antes de jugar al futuro con la ciencia. Seguramente lo que venga a decir a Madrid el Papa en mayo es que con un poquito más de dignidad España -y el mundo- iría mejor. O, tal vez, el presidente podría aprovechar la ocasión para pedir perdón por las miles de víctimas de una guerra de la que quiso ser cómplice.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

Las personas, por encima de todo