BÉLGICA
Siete meses de crisis: las claves de la división
Por Luis Miguel L. Farraces
3 min
Internacional23-12-2007
La crisis política abierta en Bélgica por la imposibilidad de los partidos flamencos y valones para formar gobierno durante los siete meses posteriores a las últimas elecciones parece tocar a su fin, pero ha llegado a poner al país al borde de la ruptura. Sin embargo, pese a la solución propuesta por el Ejecutivo saliente, todo apunta a que el lema nacional “La unión hace la fuerza” no volverá a tener un significado pleno.
La pasada crisis belga ha estado marcada por la impotencia del claro vencedor de las últimas elecciones en el país, el democristiano flamenco Yves Leterme, de pactar un nuevo gobierno con los liberales valones. El consenso era necesario dado que pese a que Leterme ganó las elecciones, en Bélgica la Constitución exige que haya un mismo número de ministros flamencos y valones. Debido al estancamiento de las negociaciones, el país estuvo administrado durante siete meses más por el anterior Ejecutivo, que debería haber dejado el poder en un periodo inferior a un mes. Para ilustrar la inusual crisis en Bruselas, la situación durante ésta fue la misma que si tras las últimas elecciones generales en España el Partido Popular hubiera continuado en La Moncloa otros siete meses. La clave de las diferencias entre los democristianos y nacionalistas flamencos por un lado y los liberales valones por el otro, resultó ser la gran reforma del modelo de Estado pretendida por Leterme. Las intenciones de los flamencos pasaron por vaciar al máximo las competencias del Gobierno central para potenciar la autonomía de Flandes y, en consecuencia, también la de Valonia. La radical reforma del sistema convertiría prácticamente a Bélgica de un estado federal a uno confederal. Y es que en los últimos años la idea de la secesión entre los neerlandófonos de Flandes y los francófonos de Valonia está más viva que nunca. Bélgica fue un estado centralista hasta la II Guerra Mundial. A partir de la contienda, las dos comunidades del país y la capital pasaron a ser territorios autónomos. Desde entonces, las diferencias lingüísticas y económicas (Flandes posee claramente mayor riqueza que Valonia y sus habitantes se quejan de los impuestos que deben pagar para el desarrollo de sus vecinos) fueron acentuándose, principalmente a instancias de los flamencos. Mientras que en Valonia prácticamente la totalidad de la población aboga por la unidad, en Flandes los partidos nacionalistas han experimentado un claro ascenso en los últimos años. Incluso agrupaciones de ultraderecha como Vlaams Blok, tildadas de racistas, lograban importantes resultados en las elecciones. Los flamencos inician una guerra política contra los valones El hecho de la crisis política a lo largo de este año no ha hecho más que agravar las diferencias entre ambas regiones. Hace apenas un mes la escalada de tensión culminó con lo que los valones consideraron como prácticamente una declaración de guerra. Los flamencos pusieron en marcha la escisión de la tercera región del país, la de Bruselas Capital, en dos circunscripciones electorales diferentes. Dicha región era hasta ahora el único reducto de mestizaje y convivencia lingüística en todo el país dado que sus habitantes tienen acceso a cualquier organismo oficial tanto en neerlandés como en francés y pueden votar a partidos valones y flamencos. La escisión prevé la separación entre la propia ciudad de Bruselas, eminentemente francófona, y el cinturón de poblaciones de los alrededores, de mayoría flamenca. El resultado será que la circunscripción de los 35 pueblos flamencos de los alrededores de Bruselas será copada únicamente por partidos flamencos, con lo que dejará a los más de 120.000 francófonos residentes en el área sin la posibilidad de votar a partidos valones. Una situación que se asemejaría al hipotético caso de que en Cataluña sólo se pudiera votar en las elecciones generales a partidos regionales o nacionalistas pero agravada por el hecho de que en Bélgica todo ciudadano está obligado por ley a acudir a las urnas.