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BÉLGICA

Un ‘Gobierno de Navidad’ sortea la crisis institucional belga

Fotografía

Por Miguel MartorellTiempo de lectura3 min
Internacional23-12-2007

El denominado ‘Ejecutivo de Navidad’ formado por el anterior primer ministro belga y perdedor de las elecciones del pasado 10 de junio, Guy Verhofstadt, servirá para que, de momento, el país recupere la normalidad y la clase dirigente atienda los asuntos más urgentes a los que se enfrenta actualmente Bélgica.

Bélgica es un país divido política, económica y socialmente en dos. Al norte, Flandes, una región económicamente boyante en la que se habla neerlandés, y al sur, Valonia, empobrecida desde los años sesenta y cuya lengua oficial es el francés. Entre ambas, la ínsula de Bruselas, la capital y el único lugar del país en el que la población es bilingüe y mantiene algún tipo de contacto entre sí. El pasado 10 de junio, el Partido Democristiano Flamenco del democristiano Yves Leterme, en coalición con los regionalistas moderados flamencos del N-VA, con Geert Bourgeois al frente, se hizo con la victoria en las elecciones, expulsando del Gobierno a Guy Verhofstadt y sus aliados, la denominada coalición violeta, tras ocho años al frente de un Ejecutivo muy salpicado por los casos de corrupción de los socialistas al sur del país. En una campaña cargada de insultos entre francófonos y flamencos, la propuesta estrella de los segundos, la que generó las grandes discordias entre unos y otros, era una gran reforma estatal que favorecía al norte. El objetivo era divorciar al norte del sur, de tal forma que la solidaridad económica de Flandes y Valonia, que los políticos cifraron en 5.400 millones de euros anuales, se limitara y las regiones recibieran más autonomía. Sin embargo, Leterme no logró llegar al necesario acuerdo –por ley el Gobierno debe estar formado por ministros valones y flamencos- con las fuerzas francófonas, y, tras meses de infructuosas negociaciones, le presentó su dimisión al monarca. Leterme ya lo había intentado antes, pero el rey Alberto II le pidió personalmente que continuara con las tareas de formación de Gobierno. A esas alturas, las calles ya habían sido tomadas en varias ocasiones por miles de personas reclamando que el país permaneciera unido y los políticos habían descartado completamente la convocatoria de nuevas elecciones, que sólo beneficiarían a los nacionalistas que optan por la separación de ambas regiones. Según las últimas encuestas, un 88 por ciento de los valones y un 75 por ciento de los flamencos quieren que el país continúe unido durante los próximos 20 años. Ante la torpeza política de Leterme, la popularidad del antiguo primer ministro Verhofstadt fue creciendo y pronto recibió el mandato del monarca de elaborar un Gobierno que permitiera al país salir de la crisis. Y así fue, el líder del Open Vld logró un acuerdo entre formaciones flamencas y valonas basado en la antigua coalición violeta de corte liberal-socialista e incorporó a ella a los ganadores de los comicios, a los democristianos de Leterme. No obstante, el Gobierno es sólo un parche, un Ejecutivo de excepción que sacará al país del estancamiento y luchará por evitar que aumenten las divisiones entre compatriotas durante tres meses, hasta la primavera, cuando se espera que los ganadores de las elecciones puedan haber llegado a un acuerdo de gobierno y estén listos para gobernar y afrontar la espinosa reforma que enfrenta al país. De ahí, precisamente, que Gobierno que ha traído la normalidad a Bélgica sea denominado el ‘Ejecutivo de Navidad’.

Fotografía de Miguel Martorell