SIN CONCESIONES
El ánimo de Rajoy
Por Pablo A. Iglesias3 min
Opinión04-06-2006
Algo le pasa a Rajoy desde hace un par de meses. Quizá sea cansancio físico –viaja dos o tres veces por semana- o quizá sea debilitamiento político –como intentan hacer ver sus detractores-. Pero lo que mejor describe el estado del todavía presidente del PP es un agotamiento moral. Tal vez sea sólo casualidad, o no, pero desde el alto el fuego de ETA Rajoy no está pasando por su mejor momento, o sí. Dicho en castellano paladí y no en ambiguo gallego, el ánimo de Rajoy parecer haber decaído. El aún líder del PP ha perdido fuerza en sus intervenciones públicas y sus simpatizantes han olvidado el entusiasmo y el énfasis de hace unos meses. En otoño corrían otros tiempos. El estatuto catalán generó un cisma político e ideológico en el PSOE y en La Moncloa. Además, las amenazas de los partidos catalanes acorralaron a Zapatero. Los errores de Maragall y las imprudencias de Esquerra Republicana laminaron la aureola inmune que hasta entonces protegía al presidente del Gobierno. El Rajoy del estatuto catalán y de la recogida de firmas en toda España era otro Rajoy distinto al de ahora. El alto el fuego de ETA le devolvió a una realidad en la que el líder de la oposición representa el papel de un actor de reparto en una película con dos claros protagonistas: los terroristas y Zapatero. Rajoy carece de información y, por lo tanto, de iniciativa. El carisma nunca ha sido una de sus virtudes y el liderazgo resulta difícilmente compatible con su profundo carácter gallego. Por eso, frente al inicio de una negociación con ETA, simplemente ha preferido esperar. La cautela es una virtud que hoy en día sólo practican los prudentes y los sabios. Nunca garantiza el éxito pero siempre evita algún error. En cambio, las prisas de Zapatero por negociar con ETA le han llevado a cometer la imprudencia de verificar el alto el fuego en cinco días, apelar al derecho constitucional de reunión para evitar que se prohibiera un congreso de los terroristas, llamar a Otegi un hombre de paz cuando está procesado por múltiples delitos y autorizar una reunión con un partido ilegal como Batasuna. El ánimo de Rajoy está lejos de su cota más alta, o no, aunque los constantes errores de Zapatero no le permiten relajarse, o sí. Lo peor para el gallego es que las dudas sobre su estado moral reducen las expectativas sobre su futuro político incluso dentro del Partido Popular. Gallardón, Zaplana, Aguirre y algún otro aguardan, como galgos para iniciar la carrera sucesoria a que Rajoy pierda las elecciones generales de 2008, con la misma cautela que el presidente del PP espera a que Zapatero dinamite su reeleción al frente del Gobierno con un error imperdonable en la negociación entre el PSOE y ETA. La falta de carisma y de iniciativa volverán a ser, como en la campaña electoral de 2004, la tumba política de Rajoy, o no. Alrededor del líder popular da la sensación de que nunca llegará a ser presidente del Gobierno, o sí. Sólo por accidente, como Zapatero, podría ganar unas elecciones. Sólo si el diálogo con los terroristas fracasase, o no. Sólo si el PSOE se saltase todos los límites morales en la negociación con ETA. Sólo si Batasuna volviese a los ayuntamientos vascos y los presos salieran a la calle. Sólo si los terroristas recuperasen su altavoz político para colarse por el televisor en los hogares de los españoles. El ánimo de Rajoy parece indicar que sólo así ganaría y volvería a La Moncloa. Sólo así... que hoy por hoy es por donde parece que van las cosas. ¿O no?
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito