ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Vivir: por qué y para qué
Por Almudena Hernández
2 min
Sociedad14-05-2006
Si hay un por qué y un para qué la vida tendrá un sentido. He tardado años en descubrirlo. ¿Morir o no morir?: ahí está la cuestión, la duda, la elección y, sobre todo, el miedo. La muerte asusta. Una vez grité "¡por favor!" y el giro brusco del volante sólo me llevó hasta la cuneta en un instante sin reloj y minuciosamente incierto. Todo hombre debería sentirse alguna vez como una cucaracha. Es quizás una buena manera para retomar las riendas de su yo desbocado, una forma idónea para poner los cimientos a la persona que se puede ser. O, al menos, intentarlo. Muchos no tienen miedo a la muerte, a lo sumo, la guardan respeto. Lo que realmente aterra es el sufrimiento, la herida abierta, los mordiscos de la condición humana, sentirnos y mostrarnos débiles, dejar fluir las lágrimas por la mejilla y reconocernos como una pequeña cucaracha incomprensiblemente rodeada de tanto, tantísimo, bien y amor. Éso sí que duele. ¿Morir? La muerte no puede doler, duele la vida, duelen los pálpitos del pecho, los ríos de sangre, las tempestades del pulso, la lija del paso de los años, el odio del corazón sucio y el egoísmo alimentado. ¿No morir? Si hay un por qué el calendario se amansa, y hasta uno llega a esperar sentado a que llegue el momento de dejar de vivir. Entonces, se convierte en ejemplo de ilusión, en bandera de lucha, en optimismo, en motivo de encuentro, en el para qué de una sonrisa y en el reflejo de una realidad inmensamente bella aunque, a simple vista, esté rodeada de pudedumbre, sinsabores y mediocridad. Así he visto morir ya a varios hombres. La felicidad es muchísimo más que sentir alegría aquí y ahora. Se puede llorar por la muerte de un ser querido y tener el pecho tranquilo, reposando de paz y exultante de gozo. Alguien, en el lecho de muerte, se atrevió a escribir bien claro: "Lo mejor está por venir". Afortunadamente, muchos, queremos vivir para contarlo.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo