EUROCOPA 2004
La final más inesperada
Por Javier Sánchez2 min
Deportes01-07-2004
El ser anfitrión da una motivación añadida y le pasó a Portugal, aunque su rival fuese una Holanda necesitada de éxitos. Sí sorprende más Grecia, por la que nadie apostaba, esté en la final a costa del vigente campeón y del favorito de toda Europa.
“A las finales llegan los mejores equipos del torneo”, ha comentado el seleccionador portugués, el brasileño Luiz Felipe Scolari. A su declaración se le puede matizar con una perogrullada: una final es aquella a la que llegan los vencedores de las semifinales. La final de la Eurocopa tendrá sabor de grupo A, ya que ambos rivales estaban encuadrados junto a España y Rusia. Las semifinales fueron muy distintas. Mientras los portugueses salieron desde el primer minuto a morder, a meterse en la final de su Eurocopa, los jugadores entrenados por Dick Advocaat ni veían la pelota; si acaso, el central Jaap Stam estuvo en una excelente línea. Por otro lado, Portugal estuvo inmenso en todas sus líneas, con Figo como gran capitán, con un incisivo Miguel –muy activo el lateral derecho– y con el desparpajo de Cristiano Ronaldo con su desparpajo habitual. Además, Maniche acertó con uno de sus trallazos y le hizo un golazo a Edwin van der Sar. Portugal está empujado por una fe ciega en conseguir algo grande. “Lo lograremos. Estamos más cerca que nunca de ser campeones de Europa”, manifestaba Hélder Postiga. “Es un sueño que todos los portugueses quieren que se convierta en realidad. Tenemos que hacer todo lo que podamos para tener la oportunidad de compartir la gloria con todos nuestros aficionados”, afirmó Fernando Couto. Quedaba un finalista por saber. Los pronósticos apuntaban a la selección que había ganado todos sus partidos, a la que mejor jugaba: la República Checa. Pero enfrente tenía a la sorpresa del campeonato, que derrotó a la mismísima Francia en cuartos y dejó en la cuneta a la España de Iñaki Sáez: Grecia. El partido fue muy disputado, aunque entre medias se produjo la lesión, por un golpe en la rodilla, del actual balón de oro, Pavel Nedved. Con una defensa numantina de las teóricas víctimas, se llegó a una prórroga con su correspondiente gol de plata. Entonces apareció el héroe heleno, el nuevo dios, que tiene por nombre Traianos Dellas, para aprovechar el cansancio del rival y desatar la euforia en Atenas y todo un país. El propio seleccionador, el alemán Otto Rehhagel, ha descrito el éxito de su equipo en esta fase final como un “milagro”. La ilusión, como no podía ser de otro modo, se ha desbordado: “Salid todos a las calles para celebrarlo. Es nuestro momento”, animaban por la radio los locutores. El primer ministro heleno estará presente en la final, pero las celebraciones han llegado a toda la comunidad de griegos emigrantes, una de las más grandes del mundo, que se han dejado notar en Berlín y Australia, entre otros muchos lugares. El lateral Panagiotis Fyssas reconocía que habían tenido “mucho apoyo del público griego presente aquí en Portugal y también en Grecia. Los aficionados griegos nos dieron mucha motivación. Esperamos darles más alegrías en la final”, concluyó.