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BALONCESTO

Pesic: orden en defensa, libertad en ataque

Por Daniel AyllónTiempo de lectura2 min
Deportes09-05-2003

Svetislav Pesic, entrenador del Barcelona, gusta de practicar un baloncesto en el que da un peso significativo a sus hombres punteros. Esta temporada, Dejan Bodiroga está absorbiendo el juego de su equipo y, en las situaciones límite, el serbio es el encargado de sacar a flote la nave. No obstante, el técnico presta especial dedicación al trabajo defensivo, que entiende como uno de los pilares del juego de su equipo.

Hay muchos equipos con excelentes plantillas en Europa, pero, en muchas de estas plazas, al director de orquesta le quedan grandes los músicos. Pesic, sin embargo, es uno de los entrenadores del Viejo Continente que mejor sabe coordinar con corrección sus plantillas. Baja los humos a las estrellas prepotentes, les hace trabajar como al resto y sabe exprimir al máximo la savia de cada jugador. En este sentido, se puede encuadrar dentro de la escuela balcánica de la que también proceden -con similares características- entrenadores como Bozidar Maljkovic, Dusko Ivanovic, Vukovic y Zeljko Obradovic, entre otros. El yugoslavo estructura los encuentros de forma que se pueden diferenciar claramente los momentos defensivos de los de ataque. En los primeros, Nacho Rodríguez, Rodrigo de la Fuente y los hombres altos en la pintura frenan al rival y lo obligan a hacer sobreesfuerzos ofensivos. Con el rival dubitativo, el siguiente paso de Pesic es inyectar en su equipo jugadores anotadores como Juan Carlos Navarro y Bodiroga. Éstos, además, suelen monopolizar el juego en los minutos finales cuando el encuentro está igualado. Pesic no es partidario de preparar demasiadas jugadas de ataque y prefiere que sean sus figuras las que improvisen, por lo que en el Palau, esta temporada, están prevaleciendo los unos contra uno en detrimento del juego en equipo que practicaba su antecesor, Aíto García Reneses. El palmarés del yugoslavo, no obstante, atestigua que también sabe sacar partido de equipos en los que no hay jugones. En su etapa al frente de la selección de su país se coronó campeón del mundo en Indianápolis (2002) y de Europa en Turquía (2001): es evidente que ha gozado de la ayuda de jugadores de este corte, pero también ha sabido sacar partido de plantillas alemanas, mucho más débiles, con las que conquistó el Europeo de selecciones de Alemania de 1993 y la Copa Korac de 1995, con el Alba de Berlín.