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Corea del Norte, sus relaciones con el entorno

Por Txema GarcíaTiempo de lectura3 min
Internacional29-12-2002

Corea del Norte es un país aislado que sólo cuenta con la amenaza del poder nuclear y de un Ejército moderno para presionar a la Comunidad Internacional y que le ayuden a sacar a su país de la crisis económica, la pobreza y la hambruna que padece. En un reciente informe de la Inteligencia estadounidense se dice de Kim Jong-il que es "raro e impredecible", un adjetivo que encajaría a la perfección con la política exterior de esta nación.

La división a lo largo del Paralelo 38 en 1945, de conformidad con un acuerdo de guerra entre Estados Unidos y la Unión Soviética (URSS) marcó las relaciones entre Pyongyang y Washington, ya que la primera se convirtió en un satélite de China y de la URSS, mientras que su vecina del sur lo hizo de EE.UU. La semana pasada, Corea del Norte eliminó los dispositivos de vigilancia instalados en 1994 por los inspectores de armas de la ONU en un reactor nuclear a pesar de que se comprometió a congelar su programa de fabricación de plutonio a cambio de que les dejaran importar petróleo. A pesar de la existencia de este tratado, después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 el presidente estadounidense George W. Bush señaló a Corea del Norte como integrante del “eje del mal” junto a Irán e Irak. A principios del mes de diciembre, el Gobierno de Pyongyang anunció el relanzamiento su programa nuclear después de que Washington decidiera cancelar los envíos de petróleo como castigo a la revelación de que Corea del Norte estaba desarrollando un segundo programa nuclear para la fabricación de armas con uranio. La Casa Blanca afirmó en esos días que el régimen de Kim Jong-il está facilitando tecnología nuclear a otros países y que no era seguro que hubiera detenido el crecimiento de su propio arsenal atómico. Las relaciones de Corea del Norte con su vecino del sur mejoraron con el mandato de Kim Dae-jung y pueden mantenerse con la victoria en las últimas elecciones presidenciales de Roh Moo-hyun, quien abanderó un programa electoral basado en la profundización de las relaciones con Pyongyang, con la unificación en el horizonte, y un progresivo desmarque de la tutela estadounidense hacia Corea del Sur, en el que Washington aún mantiene un contingente de 37.000 militares. Técnicamente ambos países aún están en guerra, ya que tras el conflicto coreano de 1950-53 declararon un armisticio y no un tratado de paz. Durante el mes de agosto pasado, las dos Coreas desarrollaron negociaciones de las que salió la reapertura de una vía férrea norte-sur, nuevas reuniones entre familias divididas por la frontera (un problema sangrante ya que muchas personas ancianas mueren sin ver a sus familiares desde la partición de la península en 1945), el mantenimiento de un puente aéreo entre ambas capitales y el compromiso por parte de los dos gobiernos de evitar nuevos choques armados como, por ejemplo, el incidente naval registrado en el mar Amarillo el pasado mes de junio en el que se produjeron cinco muertos surcoreanos y decenas de víctimas norcoreanas. Los contactos entre Corea y Japón nunca han sido del todo cordiales, ya que desde la antigüedad Japón realizó invasiones en la península. A lo largo del último cuarto del siglo XIX, China, Rusia y Japón, lucharon por hacerse cargo del control de Corea. El alumbramiento de Japón como una potencia militar a finales de ese siglo y a principios del XX decantó finalmente la balanza al lado nipón después de la guerra chino-japonesa (1894-95) y la ruso-japonesa (1904-05). De este modo en 1910, Japón se anexionó Corea. El gobierno colonial de Japón duró hasta 1945, cuando Corea fue liberada por la victoria de los aliados sobre los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad Tokio observa con mucho recelo el poder nuclear de Corea del Norte ya que de producirse una crisis, sin duda alguna, sería uno de los primeros objetivos de los misiles norcoreanos. La Unión Soviética -ahora Rusia- y China siempre han sido las dos patrocinadoras tradicionales de Corea del Norte. La competencia entre Moscú y Pekín para obtener el puesto de privilegio como principal mentor siempre ha sido aprovechado por Pyongyang para obtener réditos económicos, militares y políticos para sí mismo. La caída del Muro de Berlín y el desmoronamiento del comunismo produjo que el interés de Moscú en Corea del Norte menguara y el de Pekín creciese. Su papel mediador en la crisis puede ser determinante, tal y como se confirmó el pasado sábado cuando la propia Corea del Sur les pidió a ambas naciones ayuda para resolver la crisis nuclear que se cierne sobre la península coreana.