Ébola
Teresa Romero dice no guardar rencor ni reproches
Por David Sánchez Torrico
3 min
Sociedad05-11-2014
Teresa Romero, auxiliar de enfermería del hospital Carlos III de Madrid, ha ofrecido una comparecencia sin preguntas tras recibir el alta médica después de ser curada del virus del ébola. Tras estar 25 días aislada y casi un mes ingresada, ha abandonado el hospital entre aplausos y, visiblemente emocionada, ha querido dar las gracias a todos los que le han apoyado durante este tiempo. Además, ha ofrecido su propia sangre si así puede ayudar a otras personas enfermas. Los médicos afirman que no existe el riesgo de contagio cuando Teresa esté en la calle.
Unas horas antes de la comparecencia ante los medios de Romero, los médicos del hospital Carlos III que han atendido a la auxiliar de enfermería el último mes han destacado "la implicación y profesionalidad de las más de 100 personas que han cuidado de la paciente y han celebrado su alta hospitalaria". Para Rafael Pérez-Santamarina, director gerente del hospital, ha sido "un mes muy complicado para todos". Esther Bellón, enfermera del Carlos III, ha comentado que "la principal alegría es que por fin se ha podido salvar un caso de ébola y, lo más importante, una compañera". Bellón ha resaltado también el enorme rechazo que han sufrido los profesionales involucrados, por miedo al contagio: "El rechazo de la población ha sido brutal. Me he sentido coaccionada y no he hecho un viaje debido a la coacción". Para la enfermera, la experiencia de atender a los pacientes de ébola ha resultado enriquecedora, aunque ha afirmado sentir una enorme tristeza por los religiosos fallecidos, por haberles visto sufrir sin poder apenas acercarse a ellos. Los médicos remarcan haber obtenido "inmumerables enseñanzas" gracias a esta experiencia, aunque la especialista en Medicina Tropical y una de las doctoras que han atendido a Teresa Romero, Marta Asuaga, ha recalcado que no se puede decir qué es lo que ha curado a la paciente con los datos disponibles y sin contar con un grupo de control. En cuanto a la comparecencia de Teresa Romero, la auxiliar de enfermería se ha acordado de su familia en primer lugar, con quien retomará el contacto en días venideros. También ha querido agradecer su recuperación a Dios y Santiago Apóstol, y posteriormente, de una forma mucho más especial, a todos los profesionales que se han encargado de su cuidado durante su estancia en el hospital. Segun Teresa: "han demostrado que tenemos la mejor sanidad, y pese a la nefasta dirección política, son capaces de obrar milagros, y yo soy uno de ellos". "No sé lo que falló, ni siquiera sé si falló algo. Solo sé que no guardo rencor, ni reproches", ha afirmado una aún débil Teresa sobre el contagio, al tiempo que se ha ofrecido a ayudar en la lucha contra la enfermedad, algo que levantó los aplausos de los presentes en la sala: "si mi contagio sirve para algo, para que se estudie mejor la enfermedad y pueda ayudar a encontrar una vacuna o si mi sangre sirve para curar a otras personas, aquí estoy". Romero también ha agradecido a la hermana Paciencia, que junto a otra misionera donó su sangre para combatir el virus: "Nunca le estaré lo suficientemente agradecida". "Cuando me veía morir me aferraba a mis recuerdos, a mi familia, a mi marido, al que adoro; yo me encontraba aislada. No tenía más contacto del exterior que el que tenía con Javier, a través del teléfono, y del cariño de los profesionales" ha explicado Teresa, que ha finalizado su intervención asegurando que "ahora es tiempo para descansar y para recuperarme". Justo después tomó la palabra su marido para abordar el asunto del sacrificio del perro Excalibur, un tema en el que Teresa no se sentía con fuerzas para intervenir. Javier Limón ha agradecido la ayuda de toda la familia amante de los animales y no ha dudado en calificar como ejecución el sacrificio de Excalibur.