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VATICANO

La mala salud impide al Papa oficiar diversos actos de la Semana Santa

Por Carmen Rosa FernándezTiempo de lectura1 min
Sociedad30-03-2002

Es la primera vez en sus 24 años de pontificado que Karol Wojtyla se abstiene de oficiar actos tan señalados de la Semana Santa como la misa del Domingo de Ramos, en la que hasta ahora encabezaba la peregrinación de la hojas de palma, o el lavatorio de pies en la Misa de Jueves Santo.

Los médicos insistieron para que el Papa permaneciera en segundo plano durante estos ritos y no forzara la fuerte artritis que sufre en la rodilla derecha desde que se la fracturara años atrás. Pese a los continuos mensajes optimistas que envía el Vaticano acerca de la salud del pontífice, lo cierto es que las seis operaciones a las que ha sido sometido, el atentado del que fue víctima y el Parkinson están haciendo mella en el cuerpo de un hombre de casi 82 años y con una agenda para los próximos meses que incluye viajes a Bulgaria, Toronto y México. No obstante, la fuerte personalidad de Wojtyla sigue estando patente y, pese a la prohibición de los médicos, decidió pasear entre los miles de fieles asistentes a los actos en la plaza de san Marcos y sujetar la Cruz durante la última estación del Via Crucis que presidió en Roma. En sus homilías se pudo percibir una vez más cómo, pese a enfermedades, el pontífice mantiene su preocupación por los problemas mundiales como la violencia que sufre Tierra Santa y los numerosos casos de abusos sexuales de miembros de la Iglesia que se han conocido recientemente y que ha condenado duramente. Pero el Papa está enfermo y el clamor y preocupación popular no se han hecho esperar. El sector conservador de la Curia romana ha aprovechado la situación para sugerir la dimisión papal y afirmar que Karol Wojtyla ya no está capacitado para soportar el peso de la Iglesia. Mientras que algunos progresistas habían señalado la hipótesis de la retirada por meras razones de salud, los conservadoras se apoyan, en realidad, en el argumento político, quieren impedir que el Papa prosiga su política ecumenista y que siga poniendo "en peligro" la soberanía de la Iglesia a fuerza de mezclarse con otras confesiones.