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TOROS

La antología del toreo visitó Vistalegre por una buena causa

Por Almudena HernándezTiempo de lectura3 min
Espectáculos01-03-2009

La fiesta de los toros es solidaria. Y en ocasiones como la del 1 de marzo de 2009 es más que eso. José Pedro Prados El Fundi había bordado un cartel repleto de figuras para atraer a la afición a la plaza de toros de Vistalegre, en Madrid. El objetivo: recaudar una buena suma de dinero para un compañero que ha quedado tetrapléjico por una cogida.

El reto se cumplió con creces y, además, obtuvo un brillante resultado artístico. Tras unas sentidas y cariñosas ovaciones a Adrián Gómez, el torero homenajeado, comenzó a desplegarse un recital del más auténtico arte de torear, en sus diferentes versiones. Abría el cartel Diego Ventura, que rompió el hielo con una colosal cuadra y un magnífico toreo a caballo a un ágil novillete de Carmen Lorenzo-Capea. Limpio y templado en la ejecución de las suertes consiguió las dos orejas de un toro con lucida movilidad. Eran las dos primeras de un festejo en el que se condedió una docena de apéndices. A pesar de estar retirado, la afición madrileña está encariñada con José Miguel Arroyo Joselito, a quien parece respetar como si aún se vistiera de luces. O más. Arroyo, tipo solidario y cabal, se preparó a conciencia -lució una impecable forma física-, por lo que no defraudó y sus paisanos pudieron saborear el buen toreo de capote y de muleta que firmó y que supo, y bien, a su toreo de antaño. Tras un intento, fue de nuevo as de espadas al liquidar a un buen ejemplar de Victoriano del Río que, no obstante tuvo sus complicaciones. Su compañero en la época novilleril José Pedro Prados El Fundi dejó patente el inmenso momento que atraviesa y que debe ser tomado en cuenta más que como el espada veterano que necesitan las figuras para abrir cartel. Fundi es un maestro y lo demostró en Vistalegre con el toro de El Ventorrillo al que desorejó. El torero de Fuenlabrada sabe, puede y quiere. ¿Qué más quiere la afición? Enrique Ponce fue quizás el damnificado del festejo. Lidió un ejemplar de su propia cosecha que se desgració en los primeros compases. El valenciano, posiblemente por la condición del animal, no desplegó la torería de otras ocasiones y, para colmo, el animal tardó en morir. El siguiente en salir fue el toro de La Campana, el que más emoción desplegó, y que cayó en suerte a José Antonio Morante de la Puebla. O viceversa. Cuando las musas visitan al sevillano, el de La Puebla suele crear impresionantes estampas de pinturería, duende y sabor. El pasado domingo en Vistalegre las musas se enamoraron de un Morante que hasta se dejó convencer por el respetable y puso banderillas. El animal se fue sin orejas al desolladero. El Juli, magistral El penúltimo astado, de Daniel Ruiz, fue recibido por un magistral Julián López El Juli. Julián pisó terrenos normalmente atribuidos más bien a otros, y desplegó un toreo inteligente, reposado y bien estructurado. La de López fue, con muchas posibilidades, la actuación más completa, seria y honda de las que se honraron a Adrián Gómez. Los tendidos de El Palacio Vistalegre aguardaron con atención el fin de fiesta, en un festejo para el que se colgó el cartel de no "hay billetes" y que se prolongó durante casi tres horas. Faltaba por actuar el novillero Christian Escribano, que pese a su juventud no defraudó. Aunque dejó entrever cierto nerviosismo, el novillero mostró que tenía la lección bien aprendida y que, además, era capaz de ejecutarla con buenas maneras. Pinchó y cortó sólo una oreja a un astado de Guadalmena, pero seguro que tendrá mucho más que decir en adelante. De momento, no habrá quien le quite el honor de haber compartido un cartelón con las figuras. A Adrián Gómez, como le recordaron en sus brindis los maestros, le quedará una sonrisa al verse arropado por tanto compañero solidario.