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CAMBOYA

El ¬camarada Duch¬, el torturador que se convirtió al cristianismo

Por LaSemana.esTiempo de lectura2 min
Internacional22-02-2009

Kaing Guek Eav, más conocido como el Camarada Duch pasará a la historia de Camboya como uno de los verdugos más sangrientos del genocidio del país bajo la dictadura de los Jemeres Rojos. A sus 67 años se ha convertido en el primer responsable del genocidio camboyano en pasar por manos de la Justicia.

Duch fue el jefe del centro de torturas de Tuol Sleng. Desde muy joven se interesó por el comunismo y cuando era aún adolescente se enroló en el aún clandestino Partido Comunista de Camboya. Antes de convertirse en uno de los mayores torturadores de la Historia, Duch se licenció en Pedagogía y fue maestro en el Liceo Skoun de Kompong Cham durante dos años, hasta que fuera identificado como miembro del Partido Comunista y puesto en busca y captura. Tras unos meses fue detenido por la Policía y encarcelado durante un período de dos años, hasta que la amnistía de presos decretada por el presidente proamericano Lol Non le volvió a dejar en la calle. De nuevo en libertad, Duch se dedicó de lleno al Partido Comunista, el Jemer Rojo, y fue jefe de prisión en una zona controlada por los disidentes en 1970 situada en la cordillera de las Cardamon. En sus dos primeras misiones como responsable de seguridad, las llamadas M-13 y M-99, se cree que fueron ya ejecutadas alrededor de 20.000 personas. Cuando en abril de 1975 el Jemer Rojo entró victorioso en la capital de Camboya, Phnom Penh, Duch fue uno de los responsables de organizar el centro de interrogatorios de la policía política. Un año después sería ascendido a comendante de Tuol Seng, una prisión por la que pasaron y fueron torturadas aproximadamente 16.000 personas, principalmente disidentes del Jemer aunque también ministros comunistas, displomáticos extranjeros e incluso niños. Tras su paso por el centro de tortura, los detenidos eran llevados a campos de exterminio. La caída del Jemer Rojo a finales de los 70 tuvo dos consecuencias fundamentales. La primera, que en un intento de terminar con la disidencia interna se agilizaron las ejecuciones, con lo que Duch ordenó matar a los detenidos pasando por alto incluso los interrogatorios. La segunda, que la rápida entrada de las tropas vietnamitas en la capital propició que Duch y sus secuaces no tuvieran tiempo para destruir las pruebas del genocidio. En su huida, los asesinos dejaron tras de sí miles de documentos y fotografías de sus actividades. Tras la caída del Jemer, Duch se refugió en la selva camboyana pasando al anonimato e incluso asistiendo a las ONG que operaban en los campos de refugiados de camboyanos en Tailandia. Ocultando su identidad, Duch abrazó la fe cristiana y se hizo pastor, llegando a comparar su vida incluso con la de San Pablo, que abrazó la fe tras perseguir a Jesús.