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ETA

Las anteriores huelgas de hambre acabaron con la muerte de los presos

Por Silvia SánchezTiempo de lectura2 min
España11-03-2007

La huelga de hambre de De Juana Chaos y la posterior decisión del Gobierno de concederle la prisión atenuada ha causado una gran polémica. Sin embargo, no es la primera vez que los presos utilizan este recurso para reclamar medidas del Ejecutivo.

Antes del caso de De Juana Chaos, otros presos habían recurrido en España a la huelga de hambre, intentando presionar al Gobierno para que satisficiese sus demandas. El caso más parecido al del etarra, aunque con diferente resultado, se produjo en 1990. El miembro de los GRAPO, José Manuel Sevillano comenzó a principios de año un ayuno voluntario para protestar por la dispersión de presos. Sevillano estaba condenado a 24 años de cárcel por pertenencia a banda armada, robos con intimidación, tenencia ilícita de armas y falsificación de documentos. El terrorista permaneció 117 días en huelga de hambre y murió el 25 de mayo, a pesar de que se le alimentó a la fuerza. El entonces presidente del Gobierno, Felipe González, no aplicó ninguna medida de reducción de penas. Junto con Sevillano, otros 60 miembros de la banda habían comenzado su renuncia a comer. Treinta de ellos tuvieron que ser hospitalizados, pero tras prolongar el ayuno varios meses desistieron y acabaron por comer, aunque en algunos casos sufrieron consecuencias irreversibles por la falta de alimento. En 1981, otro miembro de la banda terrorista GRAPO también había muerto por inanición. Juan José Crespo Galende estaba condenado a 37 años de cárcel y todavía tenía algunos juicios pendientes por asesinato y robo. Sus reivindicaciones tenían que ver con las condiciones de las prisiones donde estaban recluidos otros miembros de la banda y por el reagrupamiento de presos. Galende pasó 96 días sin comer ni beber y murió el 19 de junio. El caso más reciente de fallecimiento por huelga de hambre se produjo en 2002. Albert Panadés Soler murió el 7 de junio después de permanecer ocho meses en prisión. Era un recluso común que no tenía vinculación alguna con bandas armadas. Comenzó su vigilia por la mala relación con los trabajadores de la cárcel catalana donde se encontraba y para solicitar que se le aplicara el tercer grado penitenciario. Tenía 45 años, era adicto a las drogas y tenía varias enfermedades que agravaron rápidamente su salud cuando dejó de alimentarse. Ignacio De Juana Chaos ha pasado casi cuatro meses en huelga de hambre reivindicando la suspensión de su última condena por amenazas. Hace dos semanas el Gobierno anunciaba que se le concedía la prisión atenuada. Esta decisión no tiene precedente en casos de huelgas de hambre más extremas y en presos de similares características.