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BALONMANO

Alemania y Polonia, la perfecta armonía entre experiencia y juventud

Por Jesús RosellTiempo de lectura2 min
Deportes04-02-2007

La experiencia, la calidad y el apoyo de su público han situado a la selección de Alemania como la nueva referencia mundial del balonmano. Los teutones se mostraron como un bloque joven, pero a la vez experto, con una gran madurez para superar las adversidades. Polonia, el combinado revelación del Mundial, también presume de juventud y de un demoledor lanzamiento de larga distancia.

Alemania El combinado alemán de balonmano se forjó a base de golpes. El irregular comienzo en el Mundial hizo dudar del potencial germano. La pasión y el seguimiento del público alemán por este deporte, sumado a la condición de anfitrión elevaron la presión sobre los jugadores. Parecía que cualquier resultado que no conllevara medalla sería un pequeño fracaso. Pero los de Heiner Brand respondieron con contundencia. Los teutones basaron su juego en la efectividad de Cristian Zeitz y Pascal Hens y en las portentosas paradas del guardameta Hennig Fritz. El portero del Kiel fue el primero en ser elegido mejor jugador del mundo en 2004. Los alemanes despliegan un ritmo muy elevado de juego, una característica de la Bundesliga, que desemboca en un constante intercambio de golpes en todos sus partidos. Algo que traduce también en agresividad defensiva. En los momentos de debilidad, la selección teutona se encomienda a la experiencia del veterano Markus Baur quien, con sus 36 años, es el líder del vestuario. Los contraataques de Florian Kehrmann, apoyados en una defensa sólida y compenetrada, constituyen una de las armas más peligrosas de los de Brand. Todo ello, unido al apoyo del público, siempre fiel en cada compromiso de los suyos, hacen que Alemania vuelva a estar entre las potencias del balonmano mundial que no ganaban un Mundial desde la época de la República Federal Alemana. Polonia El talento de los jóvenes jugadores que conforman el grupo polaco le ha valido a Bogdan Wenta para llevar a la sorprendente selección a su primera final de un campeonato mundial. Un resultado que, para nada, se esperaban. Para llegar hasta la final, los polacos confiaron en una poderosa primera línea, compuesta por el central Grzegorz Tkaczyk y los laterales Marcin Lijewski y Karol Bielecki. La intensidad en el ataque complica mucho la labor defensiva a las zagas rivales. El resto del equipo titular lo componen el portero Slavomir Szmal, el extremo Marius Jurasik y el veterano pivote del Magdeburgo Bartosz Jurecki. Todos los jugadores rindieron a la perfección, pero Wenta logró, además de armar un gran bloque, conjuntarlos a su equipo para que jugasen de forma casi mecánica. El que pudo ser su mayor handicap, la falta de hábito a disputar partidos importantes, sólo pesó en la final y contra el anfitrión. Ese complejo de inferioridad, habitual en un conjunto modesto, quedó atrás en Alemania para dejar al descubierto el hambre de victorias y de gloria de los jóvenes polacos, cuya media de edad es de 27 años.