ESQUÍ
Los Cuatro Trampolines, una ¬reliquia¬ de la guerra
Por Alejandro G. Nieto
2 min
Deportes30-12-2006
Igual que las uvas y el cotillón, el torneo de los Cuatro Trampolines nunca falla a la cita del año nuevo. La imagen de los saltadores en la estación alemana de Garmisch Partenkirschen se ha convertido en todo un icono con más de medio siglo de antigüedad. La solidaridad con los deportistas alemanes durante la II Guerra Mundial desencadenó el nacimiento de una competición que actualmente vive un momento de esplendor.
La tradición de los Cuatro Trampolines se fraguó en las complicaciones que supuso la Segunda Guerra Mundial para el deporte. Las competiciones se prohibieron en Alemania, por lo que en el club de esquí de Innsbruck (Austria) decidieron invitar a competir a sus vecinos de Partenkirschen. Los lazos creados en esos momentos sirvieron para que, una vez finalizada la contienda, surgiera la idea de crear una competición entre los dos países. Así, en 1953, empezó a disputarse el torneo en los trampolines germanos de Oberstdorf y Partenkirschen y los austriacos de Innsbruck y Bischofshofen. El primer vencedor fue Sepp Bradl, todo un histórico de los saltos pues fue el primer hombre en superar los 100 metros. Conforme fue adquiriendo importancia, fueron apareciendo las innovaciones tecnológicas en los trampolines, que permitieron aumentar los registros. El nuevo trampolín de Oberstdorf, que siempre abre la competición, tiene capacidad para 27.000 espectadores y el de Garmisch Partenkirchen, el segundo, para 35.000. También se produjeron cambios en los sistemas de competición, gracias a los cuales aumentó el interés del deporte. El actual modelo se implantó en 1996 e incluye una ronda con eliminatorias directas entre dos saltadores, de los que pasa el que consiga el mejor salto. Todos estos cambios han permitido que, en los últimos años, los Cuatro Trampolines hayan vivido un periodo de gran esplendor. Los grandes campeones de la historia, el noruego Bjorn Wirkola y el alemán Jens Weissflog –que dominaron, respectivamente, en los 60 y los 80- han dejado paso a una generación que ha batido casi todos los récords. El también alemán Sven Hannawald es el único vencedor que ha sido capaz de lograr el triunfo en las cuatro pruebas de una misma edición. El finlandés Janne Ahonnen estuvo a punto de igualar la marca de Hannawald hace dos años, pero falló en el último trampolín, el de Bischofshofen. Ahonnen, el gran dominador de la modalidad en los últimos tiempos, logró la victoria global en cuatro ocasiones. La última, la pasada edición, supuso todo un hito. Ahonnen presionó hasta el final a su gran rival, el checo Jakub Janda, y consiguió igualarle en el último salto. Fue el primer empate en más de cincuenta años de historia del torneo. Ahora, ni Ahonnen ni Janda parecen en condiciones de repetir la hazaña. La nueva generación viene pisando fuerte. El todavía adolescente Gregor Schlierenzauer ya reclama un puesto entre los grandes.