ALTO EL FUEGO
El último atentado de ETA en Barajas deja dos desaparecidos
Por Irene E. Sánchez2 min
España31-12-2006
Adiós al “alto el fuego”. Lo que para muchos suponía esperanza, lo que para otros angustia y lo que para algunos, incluso, nunca llegó a existir, ha llegado a su fin a un día de empezar el año nuevo.
Tres llamadas de la banda fueron las que informaron de la explosión. Estas tres -la primera dirigida a la DYA de Guipúzcoa, la segunda a los bomberos de Madrid y la última al teléfono de emergencias SOS-Deiak de Guipúzcoa- alertaban poco antes del estallido de que explosionaría una furgoneta Renault Traffic de color granate cargada con explosivos de “gran potencia” situada en el aparcamiento de la T4. El vehículo, que podría estar relacionado con el comando Amorebieta, se encontraba en el módulo D y estalló a las 9.00 de la mañana, lo cual provocó un gran incendio y afectó a tres de los seis módulos, de los cuales cerraron el C y el D. De éste último se hundió el 60 por ciento. Las Fuerzas de Seguridad tuvieron tiempo de abandonar el aparcamiento antes de que explotara la bomba. Suerte que no tuvieron las 19 personas que fueron atendidas por el Samur, las cinco que trasladaron a hospitales por resultar heridas y las dos que resultaron desaparecidas tras el estallido y que los bomberos comenzaron a buscar inmediatamente bajo 40000 toneladas de escombros. De esta inmensa cantidad, los bomberos sólo pudieron rastrear unas 300 toneladas el día de la explosión, que supone tan sólo un uno por ciento de la superficie. Los dos desaparecidos son dos hombres de nacionalidad ecuatoriana, Diego Estacio Civizapa, de 19 años, y Carlos Alonso Palate, de 35. El ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, comentó en una rueda de prensa que el primero se encontraba echando “una cabezada” en su coche mientras esperaba a su novia y a sus familiares, a los que ésta había ido a recoger a la terminal. La ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, afirmó que el coche de uno de ellos dos se encontraba próximo a la furgoneta. De confirmarse por tanto la muerte de éstos, serían las primeras de la banda desde hace ya tres años y medio. Todos los accesos y salidas de la terminal 4 fueron cortados después de la explosión. Los miles de pasajeros, presos del pánico y de la tensión, fueron trasladados a las pistas de vuelo, donde permanecieron durante varias horas por su seguridad. Mientras que la actividad de la T-4 se vio inmovilizada durante este tiempo, las otras terminales, sin embargo, funcionaron con normalidad. A pesar de las circunstancias, al cabo de cinco horas aproximadamente los vuelos de la terminal antes paralizada comenzaron a despegar y a aterrizar nuevamente.