CHILE
El primer 11-S, en Chile
Por J. F. Lamata Molina4 min
Internacional14-12-2006
Si la figura del general Augusto Pinochet es muy discutida, tanto o más lo es la de Salvador Allende, que llegó al poder democráticamente en las elecciones de 1970 al frente de la coalición marxista Unidad Popular. Allende, que siempre se consideró “marxista antes que presidente”, quiso mantener buenas relaciones con el resto de países (desde la Cuba de Castro a la España franquista), pero no logró el apoyo de Estados Unidos, que siempre vio en él la sombra del castrismo.
El Gobierno de Allende inició un proceso de nacionalización de las minas de cobre de todo el país (hasta entonces en manos de compañías norteamericanas), también nacionalizó todos los bienes de la ITT (International Telephone and Telegraph) también americana, desatando las iras de Estados Unidos, que temía una pérdida de su influencia en Latinoamérica y volcó todos sus esfuerzos en derribar a Allende (a pesar de que los desaires de aquel no son ni comparables a los actuales de Hugo Chávez). Además, el presidente Allende siempre tuvo en su contra al Parlamento, que con mayoría demócrata cristiana suspendió reiteradamente a varios de sus ministros como José Toha, Hernán del Canto, Orlando Millas y el general Carlos Prats, que fue el que ofreció a Allende el nombramiento del general Pinochet como jefe del Ejército. Aquel 11 de septiembre de 1973, el Ejército chileno dio un golpe de Estado apoyado por el jefe de la Marina, el almirante José Toribio, el jefe de la Aviación, Gustavo Leight, el jefe de la Policía, César Mendoza, y el del Ejército, Augusto Pinochet (que fue el último en sumarse). Las tropas militares rodearon el Palacio de la Moneda (residencia presidencial chilena), pero el presidente Salvador Allende se negó a rendirse y, metralleta en mano, llamó a sus partidarios a las armas. Pero no tenía nada que hacer, 24 horas después la mayoría de ellos se rendía ante las Fuerzas Armadas. Allende cedía y encargaba a Daniel Vergara que comunicara a los militares su rendición, cuando la patrulla penetró en el despacho presidencial se encontró al presidente muerto de un tiro junto con su amigo, el periodista Olivares El suicidio asesinato El suicidio de Salvador Allende es considerado como “asesinato” para mucha gente pese a ser él quien apretó el gatillo. Lo cierto es que con su muerte, Allende consiguió un rechazo general internacional a la llegada al poder de la junta militar de Pinochet y también poner en apuros a Estados Unidos -que reconoció el mismo día estar al tanto del golpe-, a quien no le interesaba una transición tan violenta. Pese a ello, el nuevo Gobierno militar consiguió el apoyo de toda la derecha chilena -incluso la Democracia Cristiana, ya dirigida por Patricio Alwin-, así como la de los ex presidentes democráticos Eduardo Frei, Jorge Alessandri y Gabriel González. El Gobierno de Pinochet con el apoyo de EE.UU. logró la deseada estabilidad social y una mejora de vida impresionante: La mortalidad infantil pasó del 79 por mil en 1970 a 17 por mil en 1980 y los analfabetos pasaron del 11 al cinco por ciento. Sin embargo, estos méritos no pueden ocultar los crímenes de un régimen que persiguió a sus rivales incluso fuera del país, como se mostró con los asesinatos de los Prats en Argentina, de Orlando Letelier en EE.UU. y de los Leightom en Italia, a manos de los agentes de la DINA (Policía secreta). Además, al contrario que en la junta militar argentina, muy pronto, en Chile quedó claro el carácter personalista del Gobierno de Augusto Pinochet. El propio general Gustavo Leight se posicionaba en su contra, como más tarde lo harían los democristianos incluidos Patricio Alwin (que pasaría a ser el jefe de la oposición) y Frei. Lo más llamativo del caso de Chile, es ser una de las pocas dictaduras que fue derribada de una manera totalmente democrática (no por fallecimiento del dictador o golpe de Estado). Tras la presión de EE.UU. -que quería perder la mala imagen que le daba apoyar la dictadura chilena-, el general Pinochet convocó un plebiscito en 1988 que perdió con un 60 contra 40 por ciento. El general respetó el veredicto de las urnas pero se mantuvo como máximo jefe de las Fuerzas Armadas y los gobiernos democráticos de los democristianos Alwin y Frei tuvieron que mantener como jefe militar a su otrora enemigo hasta que en 1998 Pinochet abandonó el cargo y pasó a ser senador vitalicio. Un viaje a Londres permitió, en 1998, a la Justicia española intervenir en contra de Augusto Pinochet. El Gobierno chileno protestó ante aquella actitud asegurando que “juzgar a Pinochet correspondía a la Justicia chilena”. El ex dictador perdería todo su prestigio al descubrirse ya a comienzos de esta década, sus delitos fiscales y un posible enriquecimiento. Si bien su muerte parece poner fin a la investigación por crímenes contra la Humanidad, es posible que continúe la investigación por los crímenes financieros de su viuda Lucia Hiriart y sus hijos Augusto y Marco Antonio Pinochet.