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FRANCIA

Sarkozy ¬versus¬ Villepin, dos hombres y un destino

Por Luis Miguel L. FarracesTiempo de lectura3 min
Internacional07-05-2006

¡Preparados, listos, ya! La salida a la luz del Caso Clearstream en Francia ha abierto antes de tiempo la carrera electoral en la derecha gala con vistas a ocupar el Elíseo en 2007. Lejos de ser éste un debate entre qué partido ganará las presidenciales del año que viene, la cuestión es si será el actual primer ministro, Dominique de Villepin o su antagonista en la Unión del Movimiento Popular (UMP) y ministro de Interior, Nicholas Sarkozy, el candidato de la derecha que obtenga la victoria en unas elecciones en las que los socialistas parece que contarán poco según los sondeos.

La pugna entre los dos líderes de la UMP por la hipotética sucesión de su compañero de partido Jacques Chirac al frente de la República, viene dada por la apertura de dos corrientes divergentes en el seno de la derecha francesa. Una continuista a la obra de Chirac, coordinada por el propio presidente francés, y encabezada por De Villepin, que fue precisamente la que le valió el puesto de primer ministro tras el fiasco del “no” a la Constitución Europea y la posterior dimisión de su precedente, Jean-Pierre Raffarin; y otra, encabezada por Sarkozy desde la dirección de la UMP, que ambiciona romper con el modelo de Chirac en la política del país. Las diferencias entre ambos líderes tanto en el terreno político como en el personal son notables. Por un lado, Dominique de Villepin, el ya rebautizado como Delfín de Chirac, es un intelectual amante de la poesía francesa y de la aventura napoleónica que cuenta en su haber con casi una decena de libros escritos, en su mayoría ensayos. En lo político, De Villepin lleva ligado al presidente Chirac desde que éste llegase a la Presidencia allá por 1995. Desde entonces ocupó la Secretaría General del Elíseo, cargo que abandonó en 2002 para convertirse en director de la diplomacia francesa. Su principal logro se produjo en 2003, año en el que se convirtió en el icono nacional de la oposición francesa a la Guerra de Iraq gracias a la pronunciación de un discurso de profundo corte pacifista ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. De Villepin, además del puesto de primer ministro ha ocupado las carteras de Interior y Exterior del Ejecutivo francés. Sus detractores le acusan de haber escalado en la jerarquía de su partido hasta conseguir su actual puesto de jefe del Ejecutivo sin haber sido ratificado jamás en unas elecciones generales. Por otro lado está Nicolás Sarkozy, que lejos de considerarse el príncipe o delfín de Chirac, podría decirse que éste más bien le considera su tiburón. Y es que Sarkozy, de corte ultraliberal en lo que al mercado se refiere y partidario de reforzar las relaciones Iglesia-Estado, no oculta desde hace unos años sus fuertes ambiciones presidenciales, algo que incomoda al presidente galo. Su buena relación con las grandes empresas francesas así como su fuerte campaña de actuación tras los incidentes xenófobos en las calles del país frente a la delincuencia le han hecho enormemente popular entre la jet-set gala y los colectivos que ansían frenar la inmigración. Sin embargo, pese a ser el líder de la derecha al que los franceses más apoyan según las estadísticas, su aceptación está bajo mínimos entre las clases menos favorecidas. Las buenas críticas que recibe de los medios estadounidenses y su curtida carrera como político, algo en lo que aventaja a De Villepin, son otros de sus principales baluartes. Además, no es un secreto que la Trama Clearstream le está haciendo ganar muchos puntos frente a su rival electoral.