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RELIGIÓN

Bajo el halo de santidad de Juan Pablo II

Por Beatriz MartínezTiempo de lectura2 min
Sociedad21-04-2006

Al cumplirse un año de su muerte, aún no se han olvidado las voces, que en la plaza de San Pedro, exigían el santo súbito para el papa más carismático de todos los tiempos. La posibilidad de que Juan Pablo II pueda ser beatificado cobra fuerza a la luz de numerosos testimonios de presuntos milagros ocurridos gracias a su intercesión.

Al aproximarse la fecha ya histórica de la muerte de Juan Pablo II, y coincidiendo con el 25 aniversario del atentado que éste sufrió, el actual líder de la Iglesia Católica, Benedicto XVI, anunció que "el proceso estaba abierto". Esta noticia la dio a conocer en un encuentro con sacerdotes en Roma, que reaccionaron con una amplia ovación. El pontífice dijo que había decidido acelerar la causa porque, de no existir esta "vía rápida", las reglas de la Iglesia imponen un período de espera de cinco años tras la muerte de una persona para comenzar el procedimiento que lo podría convertir en santo. De este modo, la beatificación de Karol Wojtyla sólo podría haber empezado en 2010. Ahora comenzará a recabarse información sobre la vida de Juan Pablo II y su legado, incluyendo los escritos personales de su juventud. Estos datos serán examinados al detalle en base a la ortodoxia de la Iglesia, que verificará que el pontífice fallecido no ha tenido ninguna visión herética. El siguiente paso será nombrar una comisión de historiadores que clasificarán los documentos para que puedan ser analizados por teólogos, cardenales y obispos. Si las dos terceras partes de ellos llegan a un acuerdo para la beatificación de Juan Pablo II, se remitirá la decisión al Papa Benedicto XVI para su aprobación. Durante el proceso de beatificación se debe establecer que el anterior Papa intercedió para que se obrara un milagro, por ejemplo la curación de un enfermo sin una prescripción médica gracias a la intervención del pontífice o a su rezo. En su herencia ya se han alzado voces de varios testimonios que aseguran milagros ocurridos gracias a su labor, por ejemplo su secretario personal relata que curó a un estadounidense que padecía un tumor cerebral, a su vez el cardenal Marchisano afirma que una caricia de Juan Pablo II en su cuello le devolvió el habla. Estas declaraciones podrían lograr la beatificación, que supoone la veneración pública de un individuo, por la que se le considera, además, bendito. A continuación comienza el proceso de canonización para nombrarlo santo, lo que le convertiría en un modelo de vida cristiana.