CATALUÑA
El punto y final del Estatuto
Por Antonio Pérez4 min
España31-03-2006
Aunque para unos “dejará especial huella en la historia de España y de Cataluña” y para otros suponga “el fin del Estado tal y como los españoles lo diseñaron en 1978”, lo cierto es que el Estatuto ya ha sido aprobado por el Congreso de los Diputados.
Medio año le ha costado a las fuerzas políticas españolas –y, especialmente, a las catalanas- ponerse de acuerdo. Riñas, disputas, enfrentamientos y polémicas han marcado la negociación de este Estatuto que estrenará la comunidad gobernada por Pasqual Maragall. La sesión comenzó con el buen talante del presidente del Congreso, Manuel Marín, que empezó la sesión con un “Hoy puede ser un gran día” recordando a Serrat y dando la bienvenida a los invitados de honor –entre los que se encontraba el ex presidente Jordi Pujol-. Pero de aquella intención poco quedó. La vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, defendió el texto acordado así como su constitucionalidad y su importancia para el futuro tanto de España como de Cataluña. Pero la número dos del Gobierno no consiguió convencer a las bancadas populares. El presidente del PP, Mariano Rajoy, criticó con dureza el Estatuto porque, a su juicio, “es inconstitucional y, además se nota”. De hecho, supone “el principio del fin del Estado tal y como los españoles lo diseñaron en 1978”, en referencia a la aprobación de la Carta Magna. El líder de la oposición argumentó que, según el texto “Cataluña pertenecería a dos naciones”. Además, resumió en una frase cómo fue, desde su punto de vista, el desarrollo del texto: “Maragall quiso presentarse como más nacionalista que CiU. Y CiU más nacionalista que Esquerra”. Del mismo modo, Rajoy no quiso dejar escapar la oportunidad de señalar directamente al que considera promotor de la aprobación del texto: el presidente del Gobierno. Por eso manifestó que “lo único claro de toda esta triste historia es que el principal responsable ha sido el señor Rodríguez Zapatero”. Pero no sólo el PSOE se llevó los dardos del PP. En la sesión de aprobación hubo críticas para todos, incluso para los antiguos aliados del primer Gobierno de José María Aznar. Rajoy aludió a las raíces liberales y cristianas de CiU para poner en duda su actuación en las negociaciones del Estatuto. Como respuesta, recibió la contestación del portavoz del partido de Artur Mas, Josep Antoni Durán i Lleida, que afirmó que “las heridas provocadas por el PP contra la reforma tardarán en cicatrizar”. Además, el nacionalista tuvo que pedir respeto porque desde los bancos de la oposición recibió insultos como “gilipollas”, que el mismo presidente de la Cámara pidió retirar del diario de sesiones. ERC: “Cataluña es una nación. Sujeto, verbo y predicado. Así de fácil” Por su parte, el portavoz de ERC, Joan Puigcerdós, defendió la negativa de su partido a apoyar el Estatuto, a pesar de que su partido había colaborado en la redacción del mismo. Considera que en el texto no queda claro que “Cataluña es una nación. Sujeto, verbo y predicado. Así de fácil”. Además, señaló el camino para conseguir que ERC se una al consenso: volver al texto aprobado por la Generalitat el pasado septiembre. En definitiva, Puigcerdós declaró que “es un buen Estatuto para España. Para Cataluña, no”. El debate dialéctico finalizó con una votación personal que el PP exigió para remarcar la actitud de los socialistas y, de paso, para ver si habría alguna deserción. Finalmente, el Estatuto fue aprobado por 189 votos a favor, 154 en contra -145 del PP, ocho de ERC y uno de Eusko Alkartasuna- y 2 abstenciones. Después del largo recorrido del texto (redacción y aprobación con el noventa por ciento de respaldo en la Generalitat, debate sobre su constitucionalidad para que fuera examinado por las Cortes Generales, negociación para que se ajustara a la Carta Magna y Comisión constitucional), al Estatut todavía le queda pasar el visto bueno del Senado. Hasta el momento, ha servido para evidenciar las desavenencias entre el tripartito catalán y como una de las principales armas arrojadizas de la oposición contra el Gobierno. De hecho, el partido de Rajoy inició una campaña para recoger firmas contra el Estatut, que ha tenido que superar obstáculos como la denominación de Cataluña como “nación”, su propuesta sobre Educación, Justicia, administración y recaudación propia de los impuestos, la relevancia del catalán y su posición con respecto al español o la gestión del aeropuerto de El Prat, entre otros. Después de todo, y con ERC descolgada, parece que los principales beneficiarios han sido el PSC y CiU. En este sentido, Maragall ha conseguido aprobar el texto y ha actuado como líder del proyecto, mientras que el pacto sellado entre Mas y Rodríguez Zapatero en La Moncloa dio al partido catalán una especial significación ante la Opinión Pública y un aumento de su protagonismo en el proceso. Además, el Estatut ha servido a CiU para criticar la gestión del Ejecutivo catalán, donde cada uno de los miembros ha defendido aspectos diferentes. También el anterior líder de CiU, Jordi Pujol, consideró que su partido ha salido reforzado, y atribuyó el mérito de la aprobación del Estatut a “la intuición” de Rodríguez Zapatero y de su delfín, Artur Mas. De hecho, defendió al presidente del Gobierno por haber “mantenido la apuesta en momentos difíciles, teniendo a amplios sectores en contra”.