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RELIGIÓN

Benedicto XVI desnuda el ¬erotismo¬ entre Dios y su Iglesia

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Sociedad25-01-2006

Los análisis externos y superficiales hablan de una encíclica en la que el Papa se mete en política o critica las relaciones extramatrimoniales. Esta primera y, en cierto modo, programática carta de presentación de Bendicto XVI a la Iglesia tiene, sin embargo, un objetivo bien distinto: "Suscitar en el mundo un renovado dinamismo de compromiso en la respuesta humana al amor divino".

"En un mundo en el cual se relaciona el nombre de Dios con la venganza", Benedicto XVI ha querido dejar claro quién es el Dios adorado por los cristianos. Deus Caritas est plantea un solo tema: "Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él" (1 Jn 4, 16). El Evangelio de Juan y su primera Carta iluminan un texto cuajado de referencias a la original concepción cristiana del amor. El mensaje del Papa queda estructurado en dos bloques. El primero, más teórico o especulativo, es un ejercicio de pedagogía sobre la historia del amor y sus diferentes significados, hasta llegar a la originalidad de la propuesta cristiana: un amor que además de ser pasional es generoso y lleva al hombre ganarse a sí mismo mediante su propia entrega a los demás. La mayor expresión de esta forma apasionada y generosa de amor aparece en el Nuevo Testamento: Dios se encarna y entrega su vida en la cruz para la Salvación de todos los hombres en la Resurrección. El segundo bloque, enfocado a la práctica e iluminado con la historia pasada y reciente, explica cómo la Iglesia se constituye para ofrecer una respuesta del hombre a ese amor de Dios. Así, expone el origen de la organización eclesial, el diálogo de la Iglesia con el Estado -y con el marxismo-, el papel de la sociedad civil, la caridad como propuesta -jamás como imposición- y las responsabilidades de la Iglesia, cuya tarea fundamental es la caridad entendida como donación y servicio al prójimo. La encíclica ha suscitado entusiasmo en el seno de la Iglesia y los medios de comunicación se han hecho eco de su publicación y de algunos de los aspectos en ella tratados, si bien se ha exagerado su reflexión sobre la sexualidad. El Ratzinger sutil, agudo y provocador de las obras teológicas fundamentales del siglo XX ha dejado paso a un Benedicto XVI maestro de pedagogía, capaz de rescatar lo esencial del cristianismo y de proponerlo con sencillez y belleza al mundo. Todo un ejercicio de humildad intelectual y de estrategia apostólica, pues el papel fundamental de las encíclicas, precisamente, es el de dirigirse a todos los hombres de buena voluntad que quieran escuchar el mensaje cristiano.