TENIS
Roger Federer ganó en Australia su séptimo ‘grande’
Por Roberto J. Madrigal
3 min
Deportes29-01-2006
Marcos Baghdatis no pudo completar la hazaña de derrotar a cuatro de los diez primeros cabezas de serie y alzarse con su primer título en un Grand Slam –sólo lo habían conseguido anteriormente el sueco Mats Wilander y el brasileño Gustavo Kuerten–. Roger Federer tardó en exhibir su mejor tenis, pero lo bordó en dos últimas mangas extraordinarias que le valieron su séptimo gran torneo, el tercero consecutivo.
Baghdatis era el quinto jugador desde 1976 –después de que el australiano Mark Edmonton sorprendiese al favorito, su compatriota John Newcombe– que llegaba a la final sin ser cabeza de serie. Sin embargo, le pasó lo mismo que al sueco Thomas Enqvist en 1999, que a Carles Moyà en 1997, que al estadounidense Steve Denton en 1981 y que al australiano John Marks en 1978. Aunque empezó ganando a Federer la primera manga, el líder del circuito ATP supo reaccionar y elevar su nivel de juego –después de haber sufrido en octavos de final contra el alemán Tommy Haas y en cuartos contra el ruso Nikolay Davydenko– para alzarse con su segundo título en Melbourne, tras el que ganó en 2004. El suizo se convierte en el segundo jugador, después del estadounidense Pete Sampras, capaz de ganar tres grandes consecutivos. Después de alcanzar las semifinales en 2005, tan sólo se le resiste Roland Garros. De conseguirlo, podría ser el primer jugador –después del australiano Rod Laver, que lo consiguió en 1962 y 1969– que consigue el Grand Slam: ganar los cuatro grandes torneos en la misma temporada. Precisamente Laver entregó el trofeo en Melbourne Park a Federer, que se embargó por la emoción y apenas pudo articular palabra en su discurso. No en vano, el helvético supera en su palmarés a leyendas como el sueco Stefan Edberg y el alemán Boris Becker, iguala con Wilander y el estadounidense John McEnroe y se pone a tiro del checo Ivan Lendl, que ganó ocho grandes. Marcos Baghdatis El chipriota disputaba su segunda final, tras perder en 2005 la de Basilea contra el chileno Marcos González. Convertido de la noche a la mañana en un fenómeno mediático en su país y en Grecia, Baghdatis es otro de los exponentes de la generación de mediados de los 80. Sin embargo, otros cachorros que apuntaban condiciones no han explotado de la forma en que lo ha hecho el campeón del mundo junior en 2003. Jugador rocoso como pocos, su torneo ha dejado claro que la actitud está por encima del resto de sus cualidades. Aun así, no son pocas: tiene un buen servicio y lo va mejorando, resta y pega bien la pelota tanto con la derecha como con el revés. Sin ejecutar nada de forma sobresaliente, juega de un modo notable. Con muy poco que perder, Baghdatis –espoleado por una animosa afición que aglutina a la numerosa colonia helena en Australia– demostró que no le pesó la responsabilidad. El triunfo de Nadal en Roland Garros se veía venir por los títulos que el manacorí había conseguido previamente en Costa do Sauipe, Acapulco, Montecarlo, Barcelona y Roma. Además, el checo Tomas Berdych tiene en sus vitrinas el Masters Series de París-Bercy y los franceses Richard Gasquet y Gaël Monfils vencieron, ya la temporada anterior, en Nottingham y Sopot respectivamente. Pero aunque cualquiera de estos tres atesore mayor talento, ninguno de ellos presenta la determinación de Baghdatis, capaz de remontar en semifinales dos mangas en contra el argentino David Nalbandián –tras haber dejado en el camino a Andy Roddick e Ivan Ljubicic– sin acusar los nervios de un neófito, antes bien, con un desparpajo sorprendente. Baghdatis, aunque recuerda a su madre, abandonó su casa para ser como Patrick Rafter –el australiano ganó dos veces el US Open– y hasta ahora era reacio a volver a Chipre, ya que le esperan dos años de servicio militar obligatorio. La vida que ha llevado le permite hacer frente a la presión. No hablaba una palabra de francés cuando se fue solo a Francia a los 13 años. A pesar de ser campeón del mundo junior nunca le dieron una invitación, ya fuera para un challenger o un future (torneos de rango menor a los del circuito ATP)”, cuenta su entrenador, Guillaume Peyre.