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RALLIES

Sainz, una leyenda sin la suerte que mereció

Por Jesús AlonsoTiempo de lectura2 min
Deportes14-11-2004

En los inicios de su carrera deportiva, Sainz cosechó un impresionante palmarés. De 1981 a 1983 fue campeón de España de las copas Seat Panda y Renault 5, en circuitos. Posteriormente daría el salto a los rallies: después de 15 temporadas en el Mundial y de dar a conocer la especialidad al gran público, el madrileño se prepara para nuevos retos, como el Dakar.

Su estreno como piloto de rally fue al volante de un Opel Manta, pero su primer logro vino con dos subcampeonatos consecutivos, en 1985 y 1986, con un Renault 5. Los dos siguientes años subiría a lo más alto del cajón, por partida doble, con un Ford Sierra, con el mismo que empezaría su andadura en el campeonato mundial de rallies, en 1989, con un décimo lugar. Entonces empezó el momento cumbre de su carrera, en la que le acompañó su inseparable copiloto Luis Moya. Con el gallego, ahora director deportivo del equipo Subaru, compartió tres temporadas gloriosas, en las que ganó los Mundiales de 1990 y 1992, además de un subcampeonato, en 1991, con un Toyota Celica. Durante casi 15 años de unión casi inseparable con el copiloto gallego, hasta 2002, Sainz y Moya tuvieron tiempo compartir glorias y sinsabores en cuatro equipos distintos: Toyota, a la que volvieron en 1998 durante dos temporadas; Ford, primero con un Ford Escort en 1996 y 1997 y luego con un Ford Focus de 2000 a 2002. Además, en 1993 compitió con un Lancia Delta en declive, y los dos años siguientes lo hizo con un Subaru Impreza. Pero Sainz, sin duda, es tanto más recordado por sus desgracias. Una tras otra, les privaron de conseguir su tercer campeonato. Una lesión de hombro le impidió optar al título en Nueva Zelanda, en 1994. Tres años más tarde, en el mismo rally, averió su coche al arrollar a una oveja y tuvo que conformarse con ser subcampeón. Pero el peor de los infortunios vino en el rally de Inglaterra de 1998, cuando rompió el motor de su Toyota Corolla a 250 metros de la meta, cuando tenía en la mano el título: la desesperación de Moya al gritar a Sainz: “¡Trata de arrancarlo!” es, posiblemnete, el capítulo más recordado de su carrera. Sin embargo, lejos de abandonar, Sainz aceptó rebajar su sueldo y separarse de Moya para compartir habitáculo en 2003 y 2004, en Citroën, con Marc Martí. Con el ex copiloto del cántabro Jesús Puras, el madrileño aún sumó dos victorias, para un total de 26 –más que ningún otro piloto–, además de un tercer y un cuarto puesto absolutos. Carlos Sainz sólo ha desvelado que quiere dedicar tiempo a su familia, pero sus allegados avisan de que su espíritu de aventura aún está latente y que, siguiendo los precedentes de ex pilotos como Colin McRae y Juha Kankkunen, puede embarcarse en la aventura del París-Dakar.