TOROS
Agricultura confirma el control de la enfermedad de la ¬lengua azul¬
Por Almudena Hernández2 min
Espectáculos11-11-2004
Los ganaderos de bravo se llevaron las manos a la cabeza hace un mes, cuando comenzaron a conocerse los primeros casos de la enfermedad de la lengua azul. El mal está causado por un virus que afecta a ovinos, bovinos, caprinos y rumiantes salvajes. Sin embargo, la enfermedad sólo se manifesta de forma severa en los ovinos y en ciervos.
Después de las restricciones y perjuicios que tuvieron que hacer frente los ganaderos de lidia con el mal de las vacas locas, y aunque siempre han colaborado en ellos con las distintas administraciones, la enfermedad de la lengua azul ha vuelto a dar dolores de cabeza. Esta dolencia tiene un gran poder de transmisión, por lo que al detectarse un caso deben ponerse en marcha mecanismos de restricciones de comercio de animales vivos, semen y óvulos. Además, la solución más eficaz para atajar la enfermedad es el sacrificio de los animales. Por eso, cuando el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) difundió la situación de la enfermedad en el territorio español, los ganaderos respiraron con alivio. Según el MAPA, "los focos se encuentran en zonas perfectamente delimitadas". Esta afirmación del Ministerio se basa en el trabajo que han llevado a cabo los servicios veterinarios de todas las Comunidades Autónomas, que han investigado "las partidas de las especies sensibles que llegaron a sus respectivos territorios procedentes de las áreas de mayor riesgo, en Extremadura y Andalucía". Por ello, Agricultura concluye que los focos de lengua azul se concentran "en áreas claramente delimitadas". Una de ellas se encuentra en algunos municipios de las provincias de Huelva (Almonte), Cádiz y Málaga. Y la otra, en dos pequeños núcleos de Extremadura, en torno a los municipios de Almoharín y de Badajoz. Respecto a la existencia de animales de bravo afectados, no se conoce ningún dato que pueda avalar esta hipótesis, mientras el Ministerio se muestra optimista para el control definitivo de la enfermedad en las otras especies que pueden albergar el mal. Según el MAPA, los datos procedentes del programa nacional de vigilancia entomológica, así como las previsiones de temperaturas permiten prever la próxima contención de la enfermedad.