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PREMIOS PRÍNCIPE

Los valores de Europa en Asturias

Por Roberto González GarcíaTiempo de lectura4 min
Cultura22-10-2004

Los galardonados en la XIV Edición de los Premios Príncipe de Asturias dieron a la ceremonia de entrega un marcado sabor europeo a través de los discursos de Claudio Magris, Jean Daniel y Viviane Reding. En su discruso, el periodista francés Jean Daniel señaló que "hoy, la vida en Europa es un valor que defendemos. En esta reunión de pueblos libres cuyo deseo de vivir juntos honra a la humanidad, es una causa sagrada. Y, sin embargo, esa causa es la que, súbitamente, se ha visto de nuevo amenazada por las fuerzas de la muerte". Más carácter europeísta lo dieron el Camino de Santiago y el Programa de intercambio de estudiantes Erasmus.

Antes del inicio de la ceremonia, tras la llegada del Príncipe y su esposa, la periodista asturiana Letizia Ortiz, una banda de gaitas interpretó el Himno del Principado, Asturias, patria querida; una habanera popular elevada a la principal tonada asturiana por el Estatuto de Autonomía de 1980. Una vez dentro del Teatro, el Príncipe, en su discurso, no pudo evitar hacer referencias a la asturianía de su esposa: "La Princesa ama profundamente esta tierra por haber nacido en ella y por haber vivido aquí años decisivos e inolvidables junto a su familia y amigos", dijo don Felipe, desde el atril del escenario. Por varias veces, los aplausos de los invitados a la ceremonia interrumpieron al Príncipe, aunque Letizia demostró no haber aprovechado al máximo sus lecciones de protocolo: no se levantó para agradecer el cariño popular. La excusa es que estaba demasiado nerviosa. Otro patinazo del protocolo en la Fundación Príncipe de Asturias es la de colocar a cuatro personas (cuando debe ser un número impar) en la mesa presidencial: el Príncipe y su esposa; Vicente Álvarez Areces, Presidente del Principado y el presidente de la Fundación Príncipe de Asturias. Algo que no defraudó el día de la ceremonia es la climatología ovetense, y una de las novedades de la ceremonia de este año es la interpretación en directo de toda la música que se oyó en el patio de butacas del principal teatro ovetense. No hay edición en la que la ceremonia salga perfecta. Forma parte de su personalidad. En la de esta edición, algunos de los premiados no se aclaraban si debían levantarse al escuchar a Elena Ruiz citar el galardón o su nombre. Sólo el economista norteamericano Paul Krugman (premio de Ciencias Sociales), el ensayista Claudio Magris (Letras), el guitarrista Paco de Lucía (Artes) y la comisaria de Educación y Cultura de la Unión Europea, Viviane Reding, que debía recoger el premio al “Erasmus” (Cooperación Internacional) tuvieron claro su papel. Los oncólogos norteamericanos Robert A. Weinberg, Bert Vogelstein y Judah Folkman; el británico Tony Hunter y el español Joan Massagué fueron galardonados con el premio de Investigación Científica y Técnica. Massagué puso especial atención en las palabras del Príncipe dedicadas a la ciencia española. “Nunca ha tenido España una generación de científicos jóvenes tan capaz, tan bien preparada y con tanta integración en los circuitos internacionales como la actual. La sociedad española debe comprender que el éxito es seguro si sabe apoyar a nuestra ciencia dotándola de los medios necesarios. De ello depende en gran medida nuestro futuro”, dijo don Felipe. Todos ellos, dijo el Príncipe, “son el símbolo de nuestras mejores aspiraciones y nuestros anhelos, de nuestro rechazo de la violencia y el olvido, de nuestra necesidad de afirmar nuestra confianza en la libertad y en nuestra capacidad de vencer a la desesperanza y el miedo”. Al día siguiente, el sábado 23, los Príncipes se desplazaron a la localidad de Villar de Mildas, Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias. En anteriores ocasiones, al entregar este Premio, se repetía invariablemente el "¿Felipe, cuando te casas?". Ahora, lo que toca es: "¿Para cuándo un neñu?”. Los somedanos de Villar le pedían prisa para traer un "pelayín" al mundo. En su discurso en el pueblo, el Príncipe aseguró que "esta Asturias vuestra, la Asturias milenaria, y acogedora, la del aire limpio y el silencio, de bosques centenarios, imponentes montañas y profundos valles, tiene hoy un reflejo aquí, en Villar de Vildas, un nombre que hace años evocaba la Asturias profunda y olvidada, sólo conocida por montañeros, cazadores y escasos naturalistas". Un pueblo hoy ejemplar y hace dos décadas sin carretera. El príncipe también hizo referencia al desarrollo sostenible, uno de los pilares que han hecho merecedor al pueblo de la distinción de Ejemplar este año. "Os animo a que sigáis defendiendo con la misma ilusión, con la misma visión de futuro y la misma esperanza vuestra actitud, pues se extiende así vuestra beneficiosa forma de actuar por todo el Principado, una tierra en la que la revitalización de los pequeños núcleos de población tiene extraordinaria importancia para el porvenir y la consolidación de un presente más próspero y dinámico, y en la que lugares como Villar de Vildas florecen como enclaves privilegiados para la convivencia, libres ya de la amenaza de la despoblación".