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SIN ESPINAS

Globo sonda

Fotografía

Por Javier de la RosaTiempo de lectura2 min
Opinión19-09-2004

En tan sólo seis meses, Zapatero y el Ejecutivo que dirige se ha hecho experto en gobernar a golpe de globo sonda, una técnica de márketing político demasiado extendida que, aunque pretende ocultar la falta de claridad de ideas de quienes los lanzan, si se usan repetidamente y sin cuidado, terminan evidenciando precisamente esas carencias. El nuevo presidente del Gobierno sigue apostando por la forma para organizar nada menos que un país como España. Pero todo el mundo sabe, excepto quizá el propio Zapatero, que el discurso del talante y del diálogo tiene un recorrido muy rentable en la oposición y muy corto en el gobierno. Ante el abuso de esta técnica para medir la presión y la temperatura de la opinión pública respecto de las iniciativas que el Ejecutivo socialista lanza a la opinión publica, caben varias posibilidades: al gobierno no le importa perder toda su credibilidad antes siquiera de emprender cualquier reforma; hay tal descoordinación que cada uno propone una cosa sin consultarla y luego espera a que la realidad le imponga la contraria; el actual Ejecutivo es en sí un globo sonda, es decir, un aparato no tripulado -descabezado- que simplemente mide los datos ambientales y luego los emite a ver que efecto tienen. Casos como el descuento de los libros, el IVA en libros y discos, la idea de privatizar RTVE, las soluciones habitacionales o las efímeras promesas ante los trabajadores de Izar serían anécdotas de no repetirse con tanta frecuencia. Para gobernar este país es necesario algo más que buenas intenciones. Más si cabe, como está el patio. Además de mucha organización interna, se hace imprescindible la experiencia como gobernante, de la que carece el actual presidente. La claridad de ideas en asuntos vitales para la unidad nacional y social permiten tener un bagaje suficiente para afrontar las serias vicisitudes que plantea la gobernabilidad. De otro modo, sólo se puede jugar al globo sonda y mantenerse en la superchería de la forma. Para mandar hacen falta raíces muy profundas, mucho fondo porque sino como dice el dicho: “orden y contraorden, desorden”.

Fotografía de Javier de la Rosa