SAHARA OCCIDENTAL
Sudáfrica y Marruecos se enzarzan por la cuestión del Sahara
Por Miguel Martorell1 min
Internacional19-09-2004
La herida del Sahara Occidental en Marruecos volvió a abrirse la semana pasada después de que el Gobierno de Sudáfrica reconociera a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y restableciera las relaciones diplomáticas.
El Gobierno marroquí expresó su "decepción" por "la nueva política exterior del Gobierno sudafricano", que decidió reconocer a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) con efecto inmediato según anunció la ministra sudafricana de Asuntos Exteriores, Nkosazana Dlamini-Zuma. Marruecos, que se anexionó el Sahara en 1975 cuando acabó la colonización española, consideró en un comunicado divulgado el pasado miércoles, "parcial, sorprendente e inoportuna" la decisión de Sudáfrica, y la tacha de "contraria a los esfuerzos que realiza actualmente la ONU para buscar una solución justa, realista y aceptada por todas las partes concernidas por este conflicto creado artificialmente en la región del norte de África". Durante una rueda de prensa celebrada en Ciudad del Cabo, Dlamini-Zuma explicó que entre Sudáfrica y el Sahara existe una "larga historia de solidaridad, asistencia mutua y cooperación en su lucha por la libertad y la dignidad", por lo que "aplicando los principios y objetivos delineados en las Cartas de la Unión Africana y de las Naciones Unidas, Sudáfrica y la República Saharaui han decidido establecer relaciones diplomáticas a nivel de embajador" a partir del 15 de septiembre de 2004". Asimismo, Sudáfrica hizo un llamamiento a ambas partes para que colaboren con la ONU y el "Plan Baker", que pretende convertir el Sahara Occidental en una autonomía dependiente de Marruecos en competencias educativas, culturales y de recursos pesqueros, pero no en materia de asuntos exteriores, defensa, interior, seguridad, finanzas, moneda, aduanas y comunicaciones. El plan incluye dos procesos electorales, el primero serviría para nombrar la Autoridad del Sahara Occidental, el gobierno autonómico. Y la segunda, una votación a los cinco años, a partir de la firma del plan, para decidir si se quiere seguir con ese sistema de gobierno y optar por la autodeterminación, postura que Marruecos no parece muy dispuesto a aceptar.