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CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR

Amenábar, un hijo de su tiempo

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Opinión12-09-2004

Llegué a creer en Amenábar: brillantes guiones y dirección de actores estilo H.; dominio y control sobre todos los elementos y momentos de la creación cinematográfica -dirección, guión, música, iluminación, ritmo...- y plástica made inHollywood. Una mezcla y exploración germinal que el día en que se llenara de contenido prometía un nuevo estilo de cine español a desarrollar en los próximos lustros. Creí que Amenábar era un genio: uno de esos hombres que viven 50 años por delante de su tiempo. Lástima de mí, de él, del cine autóctono. Lástima, porque me equivoqué. Amenábar es un vulgar hijo de su tiempo. Un simple mortal que domina como pocos ciertas técnicas circunstanciales, hoy de moda y mañana demodé. Hasta ahora, sin valorar futuribles y atendiendo a lo estrictamente creado, nos ha dejado una opera prima de temática morbosa y oportunista (Tesis), dos efectismos vacíos de mensaje (Abre los ojos y Los otros) y, finalmente, una pseudo reflexión sentimentaloide (con mucho corazón y poco cerebro) sobre otro tema controvertido, la eutanasia, que vende muy bien. Su primera obra comprometida ha consistido en abordar un tema típico, desde un esperable tono emotivo, cargado de razonamientos tópicos y rematado con un desagradable y manido maniqueísmo intelectual y moral. La promoción y justificación de la película, de argumentario escolar. Recitaba yo para mis adentros y al dedillo las que serían sus -entonces- futuras aunque previsibles declaraciones. Luego escuché sus razones llegadas de Venecia. Y la previsión se ajustó al hecho. Y eso que hablaba con libertad. Con esa libertad que se le supone a Sanpedro y le lleva a la autodestruccción. Con esa libertad de expresión que se le supone a Amenábar y que le lleva a crear una película absolutamente previsible y esperada, esclava absoluta de su tiempo y circunstancia. Tendré que esperar a la próxima del viejo Garci, seguramente menos publicitada y arropada por menos ministros, pero más original, independiente de toda moda, y eterna. José Luis tampoco es un genio y su cine no marcará el estilo futuro, pero, al menos, sus obras no son de pasarela efímera. No es un genio, pero es sin duda un maestro: su obra es universal, intemporal, como el cine de Ford y como las tragedias de Sófocles. Pero Amenábar... ni una cosa ni otra. Lástima. Hay que buscar una nueva esperanza.

Fotografía de Álvaro Abellán

$red

Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach