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APUNTES DE BANQUILLO

‘Men of the match’

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes04-07-2004

Los responsables de la UEFA pusieron en marcha en la Eurocopa una idea novedosa –al menos en cuanto al fútbol–: premiar al mejor jugador de cada partido, según una votación de los aficionados a través del portal de internet de la competición. Pero que Theodoros Zagorakis, el capitán de Grecia, fuera designado el mejor jugador de la final… quizá sea la novatada, pero no deja de resultar cuando menos sorprendente que no se premie a quienes dan espectáculo. Por más que el sacrificio, el sentido táctico y la colocación o despejar la pelota con cierto criterio también sean elementos dignos de valorar. Ni mucho menos voy ahora a restarle mérito al campeón: algo habrá hecho para que con su forma de jugar, que todo el mundo la sabía, nadie haya sido capaz de encontrarle las cosquillas. Sin ánimo de criticar a Lennart Johansson y compañía –no dudo de que su intención, al margen de explotar los patrocinios y querer sacarle un poco más de tajada económica al Europeo, era buena–, sí es cierto que tal vez se debiera cuidar en mayor medida premiar no sólo al que destruye el juego, aunque a veces sea un trabajo digno de reconocer, porque al fin y al cabo, las fases finales son una historia muy distinta con respecto a las fases de clasificación. Quizá no debería importar tanto que el merecedor del premio –como a menudo sucede– se quede sin él tan sólo porque su equipo no haya ganado el partido: la deportividad y el espíritu de superación deberían valorarse, incluso en más de una ocasión por encima del resultado, porque los partidos son engañosos y un error puede dar al traste con todo el trabajo. Así pues, jugadores como Rui Costa –más allá de que fuese su último partido con Portugal–, que aunque suplentes, aportan creatividad e intentan atacar, son los que se merecen un premio así. Él fue el mejor de la final, aunque Grecia tuviera la suerte de cara y finalmente ganara la final. Al margen de las votaciones, que por supuesto deben contar, pero no siempre son justas, los criterios estadísticos –como sucede en las competiciones de baloncesto, más avanzadas en este sentido– pueden ser de utilidad. Quizá sea el momento de definirlos con más propiedad: no es cuestión de que dar un premio porque sí. Sin embargo, es una idea perfectamente válida para que las federaciones nacionales –como organizadoras de los diferentes torneos de Copas en cada país, dado que las ligas como la española están estructuradas de forma diferente– la tengan en cuenta, por ejemplo, en las finales de la Copa del Rey, al estilo de los MVP del deporte de las canastas.

Fotografía de Roberto J. Madrigal