APUNTES DE BANQUILLO
Siembra vientos...
Por Roberto J. Madrigal2 min
Deportes09-05-2004
El tiempo da la razón y pone a cada cual en su sitio. Como muchos nos temíamos, el portugués Carlos Queiroz no era el entrenador adecuado para el Real Madrid. Con un currículum en el que destacaba entrenar a una selección de medio pelo como Suráfrica –a la que clasificó para el Mundial de 2002, aunque renunció a su cargo antes de disputarlo, tras caer en los cuartos de final de la Copa de África– y haber sido segundo de a bordo de Sir Alex Ferguson en el Manchester United –quizá creyendo que traería consigo a Madrid los métodos del entrenador escocés de los diablos rojos. Pero no: el bueno de Queiroz se encontró con problemas nuevos, dígase la depuración de la plantilla de jugadores de la llamada clase media, y no ha conseguido resolverlos. Queiroz presume de un discurso moderado, pero sin el punto de mano izquierda que sí tenía Vicente del Bosque, que se supo ganar el aprecio de sus jugadores. Cierto es que el Madrid ha mejorado en aspectos puntuales, detalles que en ocasiones deciden las victorias, como las jugadas de balón parado, pero inútiles con la acumulación de minutos de los jugadores más importantes. Al portugués, que llegó con las ideas claras, le ha faltado flexibilidad para reconocer determinados errores y rectificar su táctica, que él mismo calificó de inflexible. Se añadió la falta de conocimiento de la cantera, lo que se ha traducido en no saber encontrar el momento oportuno para dar los minutos a los jóvenes: conforme ha ido avanzando la temporada, los jóvenes han ido encontrándose con situaciones cada vez más difíciles para demostrar su valía. Tampoco ha dado Queiroz con la solución para los problemas de la defensa en el juego por alto y la falta de equilibrio en el doble pivote: la solución de David Beckham ha sido buena sólo a medias, pues el inglés ha trabajado a destajo, pero no ha conseguido hacer valer su inteligencia para manejar el tempo de los partidos. Y para colmo, los entrenadores rivales han dado a menudo con la llave para crear problemas a los merengues, que durante muchos partidos recurrieron a su tremenda capacidad goleadora para poder darse un respiro. El estilo del portugués ha sido su tumba: ahora que es más sencillo hacer críticas y hablar de sustitutos, es el momento de que la dirección deportiva del Madrid aprenda de su error y se piense dos veces si se arriesga a dar el mando de la nave a un capitán con poca experiencia.