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SIN ESPINAS

Gallardon no es Esperanza

Fotografía

Por Javier de la RosaTiempo de lectura3 min
Opinión27-10-2003

Dicen que las formas en política a veces son más importantes que el fondo. Por eso, el PP de esta mayoría absoluta debe de tener cuidado con esas formas. Mucha gente dirá que el día después de que Esperanza Aguirre haya llegado legítimamente a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, no es el momento para poner el acento en meros formalismos. Pero no es un hecho anecdótico que el PP jugara la noche del domingo con todos los ciudadanos madrileños aprovechando su posición de poder en la Comunidad de Madrid. Lo que hizo Gallardon -manejar a su antojo la publicación de los datos del escrutinio electoral- es un nuevo ejercicio de utilización intolerable de las instituciones públicas. La comparecencia del vicepresidente de la Comunidad, Carlos Mayor Oreja, estaba anunciada oficialmente a las 21.30 horas, que era el momento previsto para dar los resultados casi definitivos. Eso no sólo no ocurrió sino que Mayor Oreja finalmente no llegó ni a comparecer. Que fácil será ahora poner cualquier excusa que justifique esos retrasos. ¿Se acuerdan que el 25 de mayo ocurrió algo muy parecido? Esa vez fue peor porque los resultados estaban más ajustados. Pero el procedimiento de engaño fue el mismo. Nadie explicaba por qué los votos madrileños no se recontaban con la misma agilidad que en el resto de España. Hasta varios días después no tuvimos claro el recuento por una razón que todavía hoy no convence. Se sabía que los votos por correo no cambiarían nada. Lo que hizo anoche Gallardon demuestra un narcisismo y una falta de ética a prueba de bombas; más cuando lo hizo para otorgarse de nuevo todo el protagonismo a ultima hora de la noche y aparecer como el gran salvador del fiasco madrileño de los últimos meses. Su discurso final estuvo cargado de pedantería y palabras huecas y el regusto amargo de prolongarse hasta dar los resultados como premios -del ultimo al primero- demuestran que la enfermedad de protagonismo que padece empieza a degenerar. Podría parecer que el alcalde firmó con las televisiones publicidad y audiencia asegurada por cuatro horas de espera innecesaria. El caso era convertir lo de anoche en otro espectáculo mediático. Aprovechar la emoción de los datos como si fuera una semifinal de la Copa de Europa. Minuto 89, el PP gana por 55 escaños pero necesita un gol más para pasar a la siguiente ronda. Miembros destacados del partido me confirmaron después que sabían mucho antes que la progresión les daba la victoria. Esperanza sonreía, de hecho, mucho antes que otros de sus compañeros que no estaban en Genova. Fausto Fernández comenzó su discurso tildando de deplorable la connivencia y el uso institucional que hizo el Partido Popular de la Comunidad de Madrid. La indignación le cegó de tal manera que no sé dio cuenta de que lo importante y lo primero como demócrata era reconocer la legitimidad de la victoria de su adversario político. Algo que sí hizo Simancas. Pero un periodista no tiene por qué callar lo que es diáfano. Después de lo visto, me pregunto si Gallardon y el PP han comenzado su declive. Tal vez son demasiados años ganando y en el poder. Quien no es fiel en lo poco, no puede ser fiel en lo mucho. Gallardon debería aprender de una vez cómo ha llegado Mariano al puesto que él anhela. Haciendo bien las cosas y sin llamar siempre a las cámaras. De otra manera, nunca podrá ser la esperanza del PP.

Fotografía de Javier de la Rosa