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SIN CONCENSIONES

Rato, sucesor

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión28-07-2003

Que Rato sea ahora Doctor no es casualidad. Tampoco lo es que Aznar redujera el IRPF a principios de año. No lo son las ayudas a las madres trabajadoras, ni la obsesión con el déficit cero y la estabilidad presupuestaria. Que el principal objetivo del PP pase por alcanzar el pleno empleo no es casualidad ahora ni en 1996. Todo responde a unos principios, unas creencias y una estrategia posiblemente preconcebida para ganar las generales de 2004. La carrera sucesoria comenzó poco antes de que Aznar ganase las elecciones en 1996. Ya entonces prometió que no estaría más de ocho años en el Gobierno. Por aquella época sólo había una persona capaz de suceder al líder popular. Era Rodrigo Rato. Luego creció el equipo de colaboradores del presidente. Primero Mayor Oreja, luego Rajoy, más tarde Acebes, Zaplana, Gallardón... El círculo sucesorio creció en diámetro hasta hace ocho meses. Ahora, la circunferencia vuelve a cerrarse. La sucesión es un viaje de idea y vuelta al mismo punto. Los logros de los que presume Aznar son meramente económicos: menos paro, menos impuestos, mejores pensiones, presupuestos equilibrados, reducción del déficit... Podríamos seguir. El futuro es evidente. Un dirigente del PP lo describe a la perfección: "nosotros tenemos que vender en las generales ocho años de bonanza económica, ergo hay que buscar el maniquí que mejor vista ese traje". Con esta tesis, sólo cabe un candidato. Rodrigo Rato ha cambiado incluso de actitud en los últimos meses. Ha pasado de postularse públicamente como posible sucesor a reconocer las capacidades de Rajoy, Gallardón y Mayor Oreja. Ha pasado de demostrar iniciativa y liderazgo a lanzar mensajes de cohesión y trabajo en equipo. Características imprescindibles todas ellas en un dirigente. No es casualidad. Es como si se supiese ya candidato y buscase el apoyo de sus compañeros, como si mimara la unión para cuando Aznar proclame el nombramiento. Rato tiene todo lo que necesita el sucesor: conocimientos, experiencia, autoridad, oratoria, incluso arrogancia. No sólo deberá ganar las elecciones sino que tendrá que dirigir el partido. Y eso no pueden hacerlo todavía ninguno de los otros aspirantes. Aznar ha escuchado estos argumentos en las filas del PP y seguro que los tendrá en cuenta. Podrá delegar en una persona mejor qué él, más preparada y mejor formada. Además, podrá devolver el favor a quien hace 14 años convenció a Fraga de que el sucesor debía ser un tal José María Aznar.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito