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ANÁLISIS DE LA SEMANA

Elecciones

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad11-05-2003

El espectáculo ha comenzado. Himnos, banderas, panfletos, pancartas y demás parafernalia. Todo para ganar, ganar el poder. Y la gente, una muchedumbre que grita al unísono ¿convencida? ante esta o aquélla señora que tiene enfrente, éste u otro candidato que la propaganda ha querido convertir en líder, ídolo y medio dios. Elegir es necesrio. La vida es cuestión de elecciones. También es necesario tener un representante para que el caos sea menos malo. Pero no siempre el que quiere ser elegido elige lo mejor para aquellos a quienes quiere gobernar. Todavía no se ha visto en estas elecciones el candidato que en vez de pancartas invierte el coste de las mismas en regalar plantas para un jardín público. No importaría después leer una placa propagandísitca en la que se atribuya ese parque a tal o cual partido político. Habría un parque más. Aún no han llegado a las bibliotecas esos cientos de libros que valdrían lo mismo que las formaciones políticas se han gastado en panfletos y programas. Lo de menos sería encontrar en las tapas de El Quijote una dedicatoria de un candidato concreto. Con el presupuesto destinado a carteles podría pasar lo mismo, pues sería muy útil contar con ese dinero para tantas y tantas cosas que necesitan un empujoncito: quizás los dos primeros meses de alquiler para un buen grupo de parejas jóvenes... De esta forma España podría ir mejor. Y Europa. Y el mundo. Pero no. Las elecciones son un derroche. Abundan muchas cosas: las sonrisas -no siempre sinceras-, los besos, los abrazos, las promesas -ésas de las que alguien dijo que están para no cumplirlas-... Los partidos políticos quieren que los ciudadanos, los votantes y las personas consideren la campaña electoral una fiesta, una comedia sin demasiada gracia. Hay también que en estas fechas deja ver sus habilidades para el insulto al contrincante. ¡Señores! Hay muchos problemas y necesidades para plantearse así las cosas. Si el ciudadano pudiese elegir qué hacer con lo que se gastan los políticos en convencer para el voto, a media España la vida le iría un poco mejor. La otra media se habría ido de vacaciones. Seguramente no habría votos nulos. Pero, la realidad es otra. El espectáculo de las elecciones, según parece, debe continuar.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

Las personas, por encima de todo