SIN ESPINAS
¡El Papa es joven!
Por Javier de la Rosa1 min
Opinión04-05-2003
Me ha llamado la atención su frescura. El Papa rejuveneció por momentos en el Aeródromo de Cuatro Vientos. Sus ojos estaban físicamente más abiertos que en los últimos tiempos.Con ganas de que su vista abarcara toda aquella inmensidad. Su cabeza tan erguida como su discurso, su mirada tan cercana como para encontrarnos a todos y tan lejana para abrazarnos a cada uno de los casi 800.000 jóvenes que firmábamos su horizonte. “Os abrazo a cada uno”, improvisó. “Eres un Papa joven”, repetía con insistencia a su llegada la bella presentadora. Y al principio de oírla yo me decía: “Chica, di lo que quieras del Papa, pero no digas que el Papa es joven”. Hasta después de escuchar y ver a Juan Pablo II, no entendí lo que aquella muchacha emocionada quería decir. Pero el Papa mostraba en alto la palma de su mano cuando pedía una Europa abierta al mundo y orgullosa de las raíces cristianas que la han construido. El Papa cerraba el puño y lanzaba su índice contra la madera de su atril cuando pidió que nos alejáramos de los nacionalismos exasperados. El Papa nos miró firme y fijamente -también con su palabra- cuando nos dijo: ”si sientes la llamada de Dios que te dice: ¡Sígueme! (Mc 2, 14; Lc 5, 27) no la acalles. Sé generoso (...)”. Y el Papa sonrió con una gran mueca de joven pícaro y travieso, admirado e incluso ingenuo cuando recordó que hacía ya 56 años desde que se ordenó sacerdote. Entonces ya no era la chica del escenario, eran los 800.000: "¡El Papa es joven!¡El Papa es joven!". Él reía. “Sí, -respondió- un joven de casi 83 años”. Bañado por la juventud eterna que da su causa: “Vale la pena dedicarse a la causa de Cristo”. Él, testimonio de esperanza, ahora nos exhorta a que seamos sus testigos.