Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

PENA DE MUERTE

La inyección letal acaba con ‘el diablo de Oklahoma’

Por Covadonga de la CuestaTiempo de lectura1 min
Sociedad16-06-2001

19 de abril de 1995. Una furgoneta con 3.500 kilos de explosivos estalla frente al edificio Alfred P. Murrah de Oklahoma. Mueren en el acto 167 personas entre las que se hallan 17 niños. La víctima 168 es una enfermera que llevaba a cabo las labores de rescate. Mientras tanto, el autor de la masacre, Timothy McVeight, huye en un vehículo sin matrícula.

La inyección letal acabó con la vida de Timothy James McVeight, de 33 años, en una prisión de Terra Haute, conocida por algunos como Terrible Hole (Terrible agujero). Los familiares de las víctimas pudieron observar la ejecución, retransmitida por circuito cerrado de televisión. Veinte fueron los agraciados que pudieron presenciar la muerte en directo del diablo de Oklahoma. Timothy McVeight no fue un muchacho problemático y la opinión pública norteamericana se ha preguntado ¿qué puede fallar en la cabeza de un hombre para emprender una acción tan destructiva y macabra como ésta? Hubo dos cosas que marcaron a McVeight de por vida: la separación de sus padres y las secuelas que su condición de soldado le dejaron durante la Guerra del Golfo y otras contiendas similares. En la cabeza de McVeight, como en la de algunos americanos, había nacido la extraña idea de que entre Washington y la ONU tramaban una conspiración con el objetivo de crear un Gobierno planetario que quitase las armas a los ciudadanos dejándoles indefensos y arrebatándoles, por tanto, su libertad. Los sucesos acontecidos en la granja de Waco fueron el detonante de la venganza urdida por McVeight contra el Gobierno del demócrata Clinton. En Waco, los federales acabaron con la vida de más de 80 personas, entre ellas mujeres y niños, pertenecientes a la secta davídica de David Koresh que se había atrincherado en el lugar. McVeight eligió el edificio Alfred P. Murrah ya que allí había muchas oficinas federales. De este modo su venganza cobró forma. Actualmente, el lugar del siniestro acoge un monumento en recuerdo a las víctimas de la masacre. 168 sillas sustituyen al edificio Alfred P. Murrah que voló por los aires hace seis años. Entre esas sillas, 17 más pequeñas, en memoria de los niños fallecidos.

Fotografía de Covadonga de la Cuesta