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APUNTES DE BANQUILLO

Avisos para trabajar

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes23-02-2003

El fútbol sala patrio español una cura de humildad en Italia. No tanto porque no se viese venir, como reconocía recientemente Javier Lozano –“Nosotros nos acercamos en su día a Brasil, los demás se están acercando ahora a nosotros”–, sino porque faltó actitud ganadora, tal vez por acomodo, tal vez por cansancio, en los jugadores llamados a ser decisivos y a tutelar el crecimiento de los que aterrizaban por primera vez en el equipo nacional, a los que sólo se les podía pedir una ilusión y una voluntad que, desde luego, pusieron en la cancha. Ahora queda preguntarse: ¿de quién son las culpas?, y sobre todo, ¿cómo se puede solucionar el ridículo para las próximas grandes competiciones? No cabe duda de que la selección tiene un esquema de trabajo metódico y eficiente, por lo que habrá un proceso de evaluación, pero tampoco de que habrá que tantear muchos palos para poder recuperar el equilibrio que llevó a España a ser campeona de todo, y que se ha demostrado perdido. Como cuestión de fondo, de más importancia de la que parece –por la repercusión de la “imagen de empresa” de la que es depositaria la selección de fútbol sala–, hay que resolver con mayor urgencia, sin embargo, los vaivenes y caprichos de los dirigentes de la Federación Española. Las veleidades generadas con el despido de Gerardo González, el secretario general, han llevado a una desorganización que se está haciendo patente en detalles como éste, pero también en otros como el despiste que llevó a los niños que esperaban ver a los jugadores internacionales, en vísperas del amistoso contra Alemania, a quedarse sin las entradas que se debían repartir. Está quedando claro que el eterno cachondeo de la RFEF, que pareció quedar resuelto, se ha vuelto a destapar en el momento menos oportuno. Debería Ángel María Villar, su presidente, dejarse de amigueos en las altas esferas de la FIFA y de teorías de persecución para elaborar un análisis realista de la situación de crisis de la institución, y a continuación, un plan con objetivos y medidas para corregir la situación y reforzar a la Federación. Lo malo es que esas soluciones, que son de sentido común, lleguen demasiado tarde. A ver cómo se resuelve, pero no parece –me temo– que la situación se vaya a resolver a corto plazo: habrá que esperar, como buenos españoles, a que la situación sea insostenible y los fracasos se acumulen uno tras otro. Como si con uno no fuese bastante.

Fotografía de Roberto J. Madrigal