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EL REDCUADRO

Fulano Calamidad

Fotografía

Por Antonio BurgosTiempo de lectura3 min
Opinión30-12-2002

Ni el debate sobre el melón sucesorio por calar de Aznar, ni el debate sobre la orquesta del Titanic, que haberla hay en cuestión del Prestige, pues siguen tocando música celestial mientras nos hundimos en el chapapote hasta las mismas trancas. Me acuso, padre, de haber abierto el verdadero y más apasionante debate nacional, cual es buscar urgentemente al gafe del Gobierno y, una vez hallado, llamar por ejemplo al cura don Miguel Castillejo, para que le haga desde su Cajasur de Córdoba un exorcismo similar al que oficiado solemnemente, con gran consuelo de las almas, para librarse de los demonios familiares de Chaves que las cajas andaluzas tienen dentro del cuerpo. Jaime Campmany, que en murciano es al mal bají como el Cedre es en francés a las mareas negras, ya le ha puesto título al hoy por hoy desconocido causante de la mala potra del Gobierno: el Gafe de la Moncloa, entronizado allí por las meigas galaicas. Sólo nos queda asignarle un nombre al gafe, tan científicamente como estas cuestiones requieren. Candidatos los hay a porrillo. Hablando de porrillo, en las oficinas y centros de trabajo se hacen porras, como ante un Madrid-Barsa, para acertar quién es el gafe. Hay ya muchas cenas apostadas en favor de Ana Palacio o de Alejandro Agag, que sería el gafe excedente de la Moncloa, instalado nupcialmente en la banca internacional y en los grandes expresos europeos. Sea quien fuere, al gafe ya le ha puesto algo tan hispánico como mote nada menos que Su Majestad el Rey en persona, durante su mensaje navideño: Calamidad. Pocos gafes habrá, como el que tenemos rondando las desgracias gubernamentales, con denominación de origen acuñada por el propio Rey. Sea Ana Calamidad, sea Paco Calamidad, o Mariano Calamidad, o incluso José María Calamidad, el nombre está tan bien puesto como aquel que le puso Sierra Morena a aquella serranía del verso de Antonio Machado. El cenizo lo tienen en todo lo alto, por obra de Fulano o Fulana Calamidad. Por culpa del gafe, a Jaime Mayor Oreja el reloj se le volvió de cera, como si llevara en la muñeca un reloj blando de Dalí. Ese mismo reloj ha marcado ya el fin de la legendaria "baraka" que ha acompañado a Aznar en estos últimos años. Hoy ocurren más desgracias que ayer, pero menos que mañana. Y espero que todo quede aquí, porque hay un dato inquietante: el Rey, por guardarle el luto de brea a Galicia, no irá este año a Baqueira Beret por Nochevieja. Lagarto, lagarto. La última vez que la Familia Real no fue a Baqueira, sino a Lanzarote, en 1999, de momento Don Juan Carlos se quedó huérfano de madre, con la repentina muerte de la Condesa de Barcelona en aquella isla. Año de nieves es año de bienes, y sería deseable que Don Juan Carlos fuera a Baqueira para que se hartara de pisar nieve y que el cenizo no alcanzara mayores cotas, como esa Cota 2000 donde cada Nochevieja acudía a complimentarlo un Jordi Pujol ridículo, aterido de frío con su traje y su corbata, malamente cubierto con el anorak que le prestaba un escolta.

Fotografía de Antonio Burgos

Antonio Burgos

Columnista del diario ABC

Andaluz, sevillano y del Betis

** Este artículo está publicado en el periódico ABC y posteriormente recogido de AntonioBurgos.com por gentileza del autor