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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

París, por favor RT

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura3 min
Sociedad16-11-2015

Los atentados de París son un ataque al símbolo de las libertades, al pueblo de los valores de convivencia, al corazón de Europa, a la apacible sociedad desarrollada, al mundo en el que no hay fronteras y en el que todos caben. De nuevo todos somos París, sus víctimas y su dolor, aunque no lleguemos a entender la complejidad de lo que ha causado tanto mal.

Otra vez no dejamos de hablar de otra cosa, nos aturde el ruido del terrorismo porque nos identificamos más con estas víctimas que con otras más lejanas. Aunque casi a diario mueran decenas de personas en mercados y centros comerciales por el fanatismo mal entendido. Aunque la mayoría de esas otras sean musulmanas y la inundación informativa no llegue hasta nuestros dispositivos móviles para teñir nuestra foto de perfil en las redes sociales con el color de sus banderas.

Pero todos somos París y nos dejamos llevar por la corriente de indignación que llega desde la ciudad del Sena con imágenes de morbo, bulos infundados, datos parciales, perspectivas tendenciosas y desinformación. Un día de estos puede pasar en Madrid, cierto, al lado de casa, pero no lo prevendremos amedrentando musulmanes, ni rechazando refugiados y, mucho menos, dejando de ir a un estadio de fútbol o una sala de conciertos.

Si de verdad todos somos París, sus víctimas y su dolor, no abandonemos los principios que nos han traído hasta aquí y que tanto molestan a los malvados
Prudencia, sí, pero también sentido común. El terrorismo internacional es algo tan complejo que ningún hijo de vecino podremos entender retuiteando un centenar de mensajes en un fin de semana como este pasado. Afortunadamente, la inmensa mayoría de los 7.000 millones de seres humanos que compartimos planeta somos gente de bien que lo último que haríamos es pasearnos por una ciudad con una Kalashnicof en las manos. Por eso hay que subrayar la labor de esos ciudadanos anónimos que abrieron las puertas para acoger a los testigos atemorizados por la masacre parisina o a aquellos otros que se ofrecen para acompañar a musulmanes para que no tengan miedo. 

Pero, por desgracia, los titulares son para los bocazas, los frikis y los radicales, para ese tipo de gente destructiva que lanza mensajes de amor tras un perfil anónimo al terrorista más buscado; para el imán que proclama barbaridades o el xenófobo que no tendría que tener ni un minuto de gloria.

Reflexionemos. Los atentados de París son un ataque al símbolo de las libertades, al pueblo de los valores de convivencia, al corazón de Europa, a la apacible sociedad desarrollada, al mundo en el que no hay fronteras y en el que todos caben. Si de verdad todos somos París, sus víctimas y su dolor, no abandonemos los principios que nos han traído hasta aquí y que tanto molestan a los malvados. Aunque no lleguemos a entender la complejidad de lo que ha causado tanto mal intentemos vencer el mal con el bien. Es más lento, pero también más duradero. Por favor, RT.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

Las personas, por encima de todo