ANÁLISIS DE CULTURA
La BSO de un estercolero
Por Marta G. Bruno
3 min
Cultura05-11-2014
Si la política crea enemigos donde cinco minutos antes hubo abrazos y risas cerveza en mano, la música amansa a las fieras. “Me gusta el juego y el vino, tengo alma de marinero”, y nació en el Mediterráneo. Infancia de cassette y carretera empedrada, ponte el cinturón que vienen baches, y suena él porque el destino quiso que cayera en sus manos, y aunque a ti no te guste te aprendes de memoria todas sus canciones. Y sin quererlo su timbre de voz se incrusta en tu cerebro para no irse jamás. Y en ese momento no eres consciente de que en 20 años cerrarás los ojos y seguirás teniendo en mente ese cassette, la Puerta de Alcalá y ¡Ay! Que ya se ve la playa, pero yo no nací en el Mediterráneo. Es esa generación de cantautores que ya no están, o sí pero enturbiados, ensombrecidos por el paso del tiempo, más ajados, más que canosos, los años mozos pasaron de largo, que ya no sé qué componer, que no hay dinero, que dónde quedaron esos maravillosos 90, que está todo inventado y nada por recrear. Y algunos reaparecen, como Joan Manuel Serrat. Pero al igual que uno en cierto momento de su vida, el más temprano, sólo oye acordes, timbre de voz, y se aprende letras como un loro, la madurez, ¡ay! Es otra cosa. Y entonces Serrat apareció para hablar de cuestiones políticas. Y otros sólo querían oírle cantar. Porque están hartos de propaganda y si la quieren, que sea al menos cantada. “Me gusta que las canciones vuelen y pasen a ser de los demás, siempre y cuando me paguen por los derechos de autor, claro". Y pagaron justos por pecadores, y el consumidor le dijo que le encanta, pero que no puede gastarse 20€ en cada uno de sus cantantes favoritos. Que no tiene para alimentar a los suyos. Y Serrat posiblemente sí, pero que para ganar tres duros están los sombríos y a la vez hasta embriagadores pasillos del metro. Pero entonces uno piensa que quien se lo gana, quien lo vale, lo merece. Y 20€. Porque no ha robado, sólo ha cantado, que es lo que sabe hacer, y bien. Que una cosa es lo que piense, pero vaya que si lo dice con talento tiene la puerta abierta a una buena marea de seguidores. Y 50 años de música hasta se quedan cortos. Ya sólo por los recuerdos alejados del estercolero en el que se ha convertido España, uno mismo atrapado en los hilos de la decadencia. Esta es la banda sonora de nuestras vidas. El ir sentada en ese asiento de atrás, ver pasar terrenos pajizos, campos vírgenes de recalificaciones, del malograr humano, y rápido los ojos se mueven de un lado a otro, casi a la misma velocidad que nuestras vidas. Y mientras suena Serrat. Y dice un estudio de la Universidad de Sidney que las grandes estrellas del mundo musical viven 25 años menos que el resto de la humanidad. No hace falta estudiar el porqué. Los nuestros, en eso por lo menos, lejos están. Aquí el Nirvana se alcanza con versos, cuanto más políticos mejor. Pero pese a todo, hasta sanos.
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Marta G. Bruno
Directora de Cultura de LaSemana.es
Licenciada en Periodismo
Estudio Ciencias Políticas
Trabajo en 13TV
Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press