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SIN CONCESIONES

Renovarse o morir

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión27-05-2014

No hay mayor ciego que el que no quiere ver. No hay peor sordo que el que no quiere escuchar. Si PP y PSOE no captan ahora el mensaje, es que definitivamente tienen sus estructuras podridas y que sus dirigentes han perdido todo vínculo con la realidad. Las elecciones europeas envían un mensaje rotundo, nítido e inconfundible para las dos principales formaciones políticas de España. Unos hablan del fin del bipartidismo, otros apuntan al inicio de una nueva era, algunos celebran el nacimiento de nuevos actores en un país huérfano de líderes y de referentes. PP y PSOE se hunden en las urnas. Pierden casi la mitad de los votos respecto a 2009. Pero aún es peor. Pierden más de 10 millones de votos respecto a las generales de 2011. Antes aglutinaban al 80% de la población. Ahora ni siquiera llegan al 50%. Parece el fin del bipartidismo. No lo es porque la circunscripción única de estos comicios favorece el auge de fuerzas emergentes como Podemos, UPyD o Ciudadanos. No es el fin pero puede serlo si PP y PSOE se empeñan en no querer ver y no querer escuchar a los ciudadanos. No lo es ahora pero puede serlo en las próximas elecciones generales, cuando dentro de un año Mariano Rajoy pierda -sí o sí- la mayoría absoluta y tenga que buscar socios para permanecer al frente del Gobierno. La aritmética parlamentaria será tan complicada que, quizás, sólo tenga la opción de aliarse con el Partido Socialista, como Felipe González propuso al inicio de esta campaña. Sus palabras suscitaron toda clase de mofas y reproches en el centroderecha pero suenan a profecía. Buscarán explicación a su debacle. Culparán a la crisis económica y a los recortes impopulares que han tenido que aplicar para salvar a España del rescate. Argumentarán que lo peor ha pasado y que el paro empieza a reducirse. Todo es verdad. Pero, si PP y PSOE no abren los ojos y si no escuchan a su alrededor, seguirán sin entender lo que les está pasando. Seguirán sin darse cuenta de que su proyecto hace agua por muchos rincones y no sólo por la gestión de la economía. La corrupción, la falta de transparencia, los privilegios y la ausencia de explicaciones son sólo algunos motivos de fuga. El PSOE ha llegado irremediablemente al final de la era Rubalcaba. Tiene que renovarse y le será fácil reconvertirse. Un nuevo líder, con un rostro joven y más cercano, bastará para recuperar parte de los votos perdidos. Para al PP le va a resultar más complicado. Con Rajoy refugiado en el búnquer de La Moncloa, sólo tiene una salida: volver a hacer política. Necesita conectar de nuevo con la calle. Podrá sacar al país de la crisis pero su propio electorado no se lo reconocerá ni se lo agradecerá con el voto si continua viendo a un presidente distante, sin carisma, al que le cuesta explicarse y que desprecia a los medios de comunicación. El triunfador de las elecciones europeas es, precisamente, un tertuliano de televisión que se pasea por platos de programas en los que sólo habla de política. Son los mismos espacios a los que el PP vetó hace meses porque tiene miedo a explicarse. Ese complejo, esa táctica cobarde del disimulo, le ha servido para ganar las europeas pero en el camino ha perdido casi 7 millones de votos respecto a las generales. Repito... ¡casi 7 millones de votos! Su problema particular es, en gran medida, de pedagogía. El problema de ambos, de PP y PSOE, es sobre todo de credibilidad. La pierden a raudales y no quieren darse cuenta. Han cosechado el peor resultado de los últimos 25 años. Tienen que cambiar por dentro y por fuera. Renovarse o morir.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito