SIN ESPINAS
Tradiciones, procesiones, vacaciones...
Por Javier de la Rosa1 min
Opinión01-04-2002
¿El hábito mata las tradiciones? ¿Las tradiciones mueren solas si pierden sus significados reales y se convierten en hábitos? Sin temor a equivocarme por falta de rigurosidad en el juicio, sería capaz de afirmar lo que significa para la gran mayoría de españoles la Semana Santa: vacaciones. Saber caracterizar una cosa no significa conocerla; y si a esos españoles les preguntásemos que acontecimiento las definen, seguro que dirían: procesiones. Así es: procesiones de coches saliendo de sus ciudades, manifestaciones de todo, menos de turismo espiritual, desfiles de billetes en las taquillas de Sevilla por ver, sólo un instante, una imagen de cerca que ni de lejos se quiere ver el resto del año, hileras de folclore de charanga y pandereta, cortejos al vino, séquitos en la agencia de viajes y pompas fúnebres a la vuelta de muchos que quisieron apuntarse a estas marchas (más profesionales que procesionales). Esas otras del desprendimiento físico y la enajenación mental. ¡Viva la Semana Santa del fervor al que le falta un hervor! O mil. Y Cristo sigue muriendo, sudando sangre y llorando de miedo para redimir nuestro mal ejemplo en el mundo. Ese, que ya ves, seguimos dando. Aquel que no sé, es ya inconsciente. Y él sigue, quien sabe si dudando antes de su muerte inminente: "Dios mío, Dios mío porque me has abandonado". Tal vez la duda no era ante Dios sino quizás ante el hombre eternamente ciego. Tal vez no era duda. Misterio. Y le siguen -seguimos- traicionando, dejando solo en ese trance sólo suyo por nosotros. Procesiones, vacaciones, vacaciones para las procesiones. Hora es ya de una verdadera operación retorno al futuro porque Cristo ha vuelto a resucitar. Lo demás no es tradición, es traición.