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La Sharia: lo que está escrito

Por Alba RodríguezTiempo de lectura2 min
Sociedad25-03-2002

"Ser enterrada hasta las axilas para a continuación morir apedreada": Esa es la pena a la que puede enfrentarse cualquier mujer acusada de adulterio en un país en el que la Ley islámica -o Sharia- ejerza un papel preponderante dentro del entramado social y jurídico. No en todos los países con una mayoría de población musulmana -cerca de medio centenar- el Código Penal se fundamenta en la Sharia.

Sin embargo, la Ley islámica juega un papel muy destacado en aquellos en los que impera una visión más rigorista e inflexible del Corán. Aunque no constituye por sí misma un código o una compilación de normas, la Sharia se erige como un punto de apoyo a partir del cual se formularán las leyes. Marca el camino que deben seguir las personas musulmanas, el camino al que deben ajustarse los códigos legales, ya que recoge -al menos a juicio de los creyentes-, la revelación que Alá hace a la humanidad a través de Mahoma. La Sharia -que en árabe significa "lo que está escrito"-, está integrada por dos fuentes principales: el Corán o libro sagrado y la Sunna o tradición que reúne los dichos y hechos del Profeta. Estos dos textos sagrados se conjugan con el derecho islámico o Fiqh y, a partir de ahí, surgen los preceptos o normas legales que han regido durante siglos las sociedades musulmanas y que, aún hoy, juegan un importante papel dentro de ellas. Lo cierto es que esta ley islámica dista bastante del concepto de ley y justicia que prevalece en los países occidentales. Ya no es sólo la crueldad de los castigos físicos a los que recurre (lapidación, amputaciones, flagelaciones,.) lo que la distingue del código penal imperante en Occidente, sino que en esta diferenciación desempeña un papel preponderante la desviación un tanto sexista de sharia. Y es que el conocimiento de la Ley islámica no representa una exigencia para las mujeres, lo que acaba por convertirse, en la mayor parte de los casos, en un factor que les confiere menor autonomía respecto al hombre. Amparándose en la Sharia, muchos países islámicos le confieren al testimonio de una mujer tan sólo la mitad del valor que detenta el testimonio de un hombre. No es de extrañar que, en semejantes circunstancias, la vida de la mujer tenga también menos valor que la del hombre: incluso el asesinato de una mujer tiene menor peso ante la ley que el asesinato de un representante del sexo opuesto.

Fotografía de Alba Rodríguez