ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Síntomas de alergia
Por Almudena Hernández
2 min
Sociedad07-06-2010
Tenían los ojos llorosos, la nariz congestionada y tragaban saliva con dificultad. Con ironía decían que era "por la alergia", que este año se ceba especialmente con los afectados por el polen, pero se ruborizaban tratando de ocultar las lágrimas. Detrás del supuesto cuadro clínico se encontraba otra razón. Estaban en la misma puerta de una sala de cine en Madrid, donde se alternaba la proyección de Street dance y ¡en 3D! y La última cima. La causa de su alergia radicaba en la segunda cinta, dirigida por Juan Manuel Cotelo, y basada en hechos reales. A veces cuando se va al cine, el arte de fabricar sueños acaba por convencer tanto al espectador que le contagia con su historia. Sin ir más lejos, ¡cuántos se han emocionado con Pretty woman! Pero el argumento de La última cima además de atípico resulta conmovedor. En él dan la cara personas que no interpretan un papel aunque con su inexperiencia ante las cámaras consiguen transmitir muchísimas cosas al patio de butacas, donde se hacen cortos los 80 minutos del trabajo entre carcajada y carcajada. Y verdad y verdad. Y eso que la película habla bien de un cura, aunque para seguir la moda, según su director, lo mejor habría sido hablar mal de algún colega de vocación de este "cómico de Dios". Pero es que parece que en Pablo Domínguez, un sacerdote que murió en el Moncayo hace más de un año, tocó el corazón de muchas personas con las que invirtió sus minutos como si no tuviese otra cosa mejor que hacer. De este cura no había manera de hablar mal, a juzgar por sus datos biográficos y los testimonios de quienes le conocieron con el agravante para el argumento de una vida sin grandes hitos, no fue misionero, ni obispo, ni salía en televisión, ni tuvo a su cargo una parroquia, ni protagonizó escándalos por apartarse de su ministerio. Pero su historia real conmueve incluso a quienes no le conocieron, aunque ese toque al corazón se trate de ocultar en estos tiempos en los que no está de moda mostrarse sensible. Tampoco lo está mucho de lo que hizo Pablo, como reconocer las flaquezas, ocuparse de los demás, enriquecerse de otros bienes para ser el más pobre del cementerio, dar un abrazo a un mendigo y los ahorros a un padre de familia en paro. O lo que hace esta cinta: hablar bien de un cura. Que los hay buenos. Para ciertas realidades no hacen falta gafas 3D ni colirios. Y seguro, seguro, que el lagrimeo al salir de la sala no será por la alergia. Mejor medicarse para afrontar mejor la paz interior que deja.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo